Satoru Yuu •|•BNHA•|•

CAPITULO 03

~Izuku presente, solo que llorando ~

Hace dos años.

Gruñi.

Alcé mi vista hacia el chico que me había desafiado, estaba tirado en el piso.

Froté mis manos bañadas en sangre—ya que me dolían—había estado peleando toda la mañana.

Observé el callejón donde me encontraba: oscuro, mal oliente, con sangre y con algunos imbéciles esparcidos en el piso.

Cada día era lo mismo, enfrentarme a nuevos idiotas que me buscaban para pelear contra mí. Parecía que mi fama como buscapleitos había ido muy lejos.

—Al zorro le gusta sacar sus colmillos cuando puede... —. reconocí la voz.

A mis espaldas, se encontraba un hombre —no muy joven— calvo, con lentes y con un elegante traje negro.

—Augusto... —susurre su nombre entre dientes, lo quería lejos de mi vista—¿qué haces aquí?

Era alemán, en busca de nuevas oportunidades había venido a la ciudad; era un hombre muy peligroso.

¡Y una persona que le gusta colmar la paciencia!

Se acercó a mí, paró en seco y me ofreció un cigarrillo, el cual acepté mientras miraba a través de esos lentes buscando alguna respuesta a su aparición.

Bote el humo de aquel cigarrillo.
Era relajante.

—¿Y? —. reclamé esperando alguna respuesta.

Él sonrió.

—Creo que tú sabes porque estoy aquí, pequeño zorro—. dijo mientras me mantenía la mirada fija. Y sacó otro cigarrillo.

Suspiré con cansancio.

—Dile al abuelo que no pienso volver... —. respondí despreocupadamente.

Era la cuarta vez que venia a pedirme volver, pero, yo estaba firme en mi decisión.

Me di la vuelta mientras caminaba, ignorando a aquel hombre que me había propuesto volver una vez más a la mafia.

Tenía la certeza de que no me dañaría, por lo tanto, no me preocupada.

—Nos vemos, pequeño zorro—. mencionó al último el calvo ese.

Boté el cigarrillo con rabia al piso.

Hace unos años el líder de una mafia me había adoptado, se llamaba Arata.

Por haberme cuidado como si fuera su nieto le agradecí esforzándome en conseguir grandes rangos. Pero, después de dos años. Me aburrí, esto no era para mí.

No me traía felicidad.

Empecé a recordar el pasado mientras buscaba la salida de aquel callejón; después de que mis padres me echaran de casa
— yo no era lo que ellos esperaban— había mendigado por la calles por un poco de comida, fue horrible.

Hubo un montón de peligros que pase: desde las peleas por un lugar en donde dormir hasta peleas por evitar que te maten.

Pero, un día un hombre apareció ante mí. No era ordinario, su traje negro lo delataba.