El llamado a la guerra

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El gran camino hacia la ciudad se había resumido en monotonía y constantes desviaciones que daban un poco de sustancia a nuestro andar, pero por fin estando al pie de la gran ciudad nos sentimos un poco mejor...o más bien al pie del monte dónde se haya la gran ciudad de Ashanti. Comenzamos la caminata de subida con incluso menos dificultades que el camino inicial hasta ahí, haciendo que las 5 horas de viaje hasta la cima se vieran asquerosamente cortas.

Las primeras horas fueron sencillas, pero tanto Difénko como yo sentíamos una constante mirada, algo nos daba un pequeño delirio de persecución a plena luz del día. Seguimos caminando pero esa aura se volvía bastante potente en puntos muy específicos, dando principal fuerza a los lugares con escalinatas pedregosas amplias. Tratando de ignorar eso comenzamos una plática un tanto superficial y ocasionalmente estúpida ya que no podíamos detenernos a buscar en cada ocasión que sintieramos ese pesar, sólo se podía seguir y esperar que ese sentimiento se quedara sólo en eso, un sentimiento.

La plática fue bastante sencilla, enfocada principalmente en ámbitos que ya conocíamos de nosotros con una poca de retoques profundos, típicas conversaciones sencillas que surgen entre 2 buenos conocidos sin un incentivo, sólo quitar la incomodidad del silencio y así como avanzó la conversación avanzaron ellos, llegando a una pequeña cabaña para descansar pero... Se veía un tanto desolada;
-Yo conozco al que vive aquí...- dije extrañado.
-¿Alguna razón por la cual me digas esto?- dijo Difénko con seriedad pero preocupación en su tono.
-Pues es un camino largo y mal vigilado, él vive solo por puro sentido común no dejas tus cosas al aire esperando que no pase nada y...- de repente largos y pesados pasos sonaron cerca haciendo que preocupados, ambos voltearan con rapidez a dónde creían oír la posible amenaza- ¿Quién eres?-
Dijo Difénko mientras sacaba su manto y se lo colocaba, de entre la maleza y la oscuridad de los árboles una voz moribunda y casi desesperada decía entre gruñidos;
-Ustedes se están metiendo entre cosas que no entienden- y de entre la maleza surgió una persona o por lo menos los restos de ésta, se veía mal nutrido y muy dañado por el tiempo, le dije entonces;
-No lo entendemos pero lo explicarás, supongo.
La "persona" se estremeció, dió una clase de quejido para si mismo y dijo;
-Soy la falta de esperanza en un mundo que se acaba.
-Entonces nosotros ¿Qué somos?
La respuesta fue rápida y más allá de ser un chiste de humor desagradable se volvió una advertencia a las intenciones de ésta "persona";
- Plaga
Y dicho esto, levantó el brazo y nos señaló a ambos mientras emitía una risa un tanto gutural, casi como no sabiendo qué hacía o qué representaba en un todo ese gesto.
Saqué mis guantes y comencé a silbar para activar la verde y gran esmeralda al centro de cada uno de ellos, al surgir la pequeña y típica luz verde de la gema en cuestión, el hombre ante nosotros dió pequeñas arcadas y convulsiones que derivaron en sonidos desesperados como si de un animal en peligro se tratase;
-Asquerosa magia humana
Y dicho esto, de su mano surgió lentamente una daga blanca de hueso con un sonido de carne partiendose y los pequeños pero agónicos sonidos de su portador. Ante la amenaza, usé mis guantes para crear con piedra y madera una lanza más bien corta para mantenerlo a raya, Difénko se colocó la capa y se volvió imperceptible ante cualquier sentido, para esto el hombre trató de abalanzarse contra mi a una velocidad sobre humana y cuando traté de golpearlo con la lanza por debajo de las costillas comenzó a soltar un líquido de todos los huecos del rostro casi como si lo hubiera exprimido, la herida era mortal ya que según yo había llegado hasta el pulmón pero... Ni siquiera se inmutó.
Continuó con su desesperado ataque una y otra vez sin dar pauta a un contraataque, Difénko lo tomó por la espalda y lo arrojó lejos con mi lanza, al impacto contra el duro sedimento de contorcionó de formas en las que no funciona un cuerpo mientras emitía quejidos y risas cortas pero forzadas. Pocos segundos después se levantó y dijo con muchas voces tanto de niños como adultos;
-Tengo las frías cadenas que definirán su esclavitud.
Y de entre los árboles surgió, caminando por entre la maleza y con cada paso se podía ver cómo las plantas y pequeños seres decaían dentro de la extraña masa que surgía de entre sus cabellos, una mujer desnuda que por su tono de piel parecía que el sol no la había ni rozado en un largo tiempo, entonces fría e indolente tomó al ex dueño de la cabaña por la cabeza y dijo;
Ahora... Perece.
Y tan rápido como dijo esto, aquel hombre se volvió ceniza que por alguna clase de magia llegó a caer en la mano de ésta mujer quién al tenerlas en su mano las colocó en su cabello casi como si se tratase de un jabón. Luego de todos los extraños acontecimientos sin explicación se volteó hacia nosotros y sonrío con un poco de vanidad, entonces dijo;
-Nuevos juguetes para mí colección.
Comenzó a avanzar hacia nosotros y con mucha calma comenzó a extender  una mano hacia nosotros. El espacio de casi 4 metros entre nosotros y su lentitud tortuosa hacía que todo esto degenerara en una situación terriblemente agobiante, teniendo ante nosotros alguna clase de criatura mortal al tacto.
Repentinamente Difénko le dijo;
-Entonces fuiste tú la que destrozó Coliganth
Ella se detuvo y su sonrisa se volvió una de satisfacción muy grande;
-¿Y qué con eso?- dijo con orgullosa naturaleza
-¿Eres alguna clase de deidad supongo?- mi mirada se iluminócon aquella respuesta. Al instante de oír eso, su sonrisa se cambió por una expresión de seriedad abrumadora y detuvo su andar;
-Eres muy inteligente pequeño detective,- entonces volvió a sonreír- pero deducir no te hará ganar ésta pelea ¿o sí?
-¿Qué demonios eres?- dije confiado
-Soy Myrna y tú mi próximo juguete de cuerda.

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⏰ Última actualización: Jan 02, 2020 ⏰

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