El sonido del tren - Shin Soukoku

Última estación

Tantas lágrimas derramadas antes ahora valían la pena, se estaban mirando, abrazando, limpiando las lágrimas contrarias, sonriendo.

Después de tantos años separados al fin se podían mirar a los ojos, esos ojos que eran iguales a la vista de todos, pero que tenían una chispa diferente, una más madura, una que estaba feliz por haber encontrado a su otra mitad, a su respectivo hermano, que después de estar separados tanto tiempo al fin se volvían a encontrar.

El abrazo duró aproximadamente un minuto y las lágrimas aún salían de los ojos de los dos jóvenes, la pareja al lado de la puerta aún estaba en estado de shock, ellos habían adoptado a Gin, no conocían mucho de su pasado pero le habían criado con cariño y no le habían mentido en nada que le habían contado, pero el tener a su hermano con ella y que viviera en la casa de enfrente era algo que no se esperaban.

Segundos después de terminado el abrazo las hermanastras de Gin salieron de la casa al igual que la familia Dazai, todos se quedaron petrificados al ver la escena y Atsushi fue el primero en reaccionar, cruzó la calle corriendo para ir a abrazar a Ryu, le regaló una sonrisa y le dio un empujón para que se acercara a su hermana, cuando estos dos quedaron juntos Atsushi sentenció.

- ¿Porque no entran a conversar? ha pasado mucho tiempo desde la última vez que se vieron... yo les explicaré todo, no te preocupes Ryūnosuke.

Terminada la sentencia Atsushi invito a la familia de Gin a su casa, mientras los dos hermanos se quedaban conversando en el pórtico, dentro de la casa vecina el peliblanco se demoró aproximadamente una hora y media en contar todo lo ocurrido, en explicar como él supo sobre el pasado de su hermanastro, en hacer entender a ambas familias de que podía haber pasado y de como ahora ambas se  fusionarian, ya que ninguna de las dos casas quería separar a estos hermanos que acababan de encontrarse después de estar separados unos 11 años.

Desde ese minuto las vidas cambiaron, comenzaron un nuevo año y eran más felices cada día y mientras más cercanas las familias, más avanzaba la relación de nuestros protagonistas, hasta que llegó esa noche... donde el año vuelve a comenzar, donde el cielo se alumbra por fuegos artificiales y sus colores envuelven a las estrellas, ambas familias reunidas en la casa de los tres hermanos, donde la pequeña Izumi robaba la comida chatarra de cualquier bandeja que estuviera en la casa, donde los padres de las hermanas conversaban animadamente con el viudo de la familia dazai, en aquel patio donde los dos hermanos mayores de ambas familias  se detenían a conversar en compañía de aquel pelinaranjo invitado de Osamu, mientras observaban como los colores iban brotando desde algún lugar de la tierra y llegaban al cielo para estallar en miles de colores que se iban confundiendo con el pasar de los segundos con el resto de las estrellas que alumbraban el cielo.

Eran pasado de las 12, todos ya se habían dado el correspondiente abrazo para desear los buenos deseos para el siguiente año, aproximadamente eran las 1 de la noche pero aún había movimiento en la casa, hasta la más pequeña seguía jugando y la pareja no era ninguna excepción a esta regla, había pasado más de un año en el que estos habían formalizado una relación, donde el amor crecía con cada día que pasaba y donde la amistad era parte fundamental de comprenderse, eran un año más maduros, y aunque sea un corto periodo de tiempo, es suficiente para hacer cambiar la mentalidad, la opinión y el punto de vista de una persona, Ryu era un claro ejemplo de esto, ya que en un poco más de un año había sufrido un cambio completamente drástico, había conocido al amor de su vida y al mejor amigo que pudo haber encontrado nunca, a pesar de siempre tenerlo al lado ahora estaban juntos y gracias a él había reconstruido los lazos con su familia y aceptado su pasado, tenía a su hermana de regreso y finalmente está noche estaría con Atsushi.

Esa era la noche en la que ellos estarían juntos, se entregarían en cuerpo y alma, después de tanto tiempo con el deseo de sentir los cuerpos contrarios, esa era la noche, por fin lo harían.