Prólogo

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Año XXV de la Luna Santa, seis milenios. desde la noche eterna.

La ciudad de marfil, una ciudadela blanca iluminada por la luz de media luna, la luna que nunca se pone. Los edificios son delicados y elegantes pero el que más destaca entre ellos, es la torre de la purgación donde reside la familia real. La ciudad se considera un paraíso en medio de un desierto de arena ceniza.

El páramo de los perdidos y el valle de las sombras son los lugares más próximos, dónde destacan árboles muertos, esqueletos de la poca fauna viva en ese desierto, pozos de agua negra, tóxica para cualquier incauto, cualquier ser vivo que la pruebe, menos, claro está, para los caballeros oscuros. Antaño caballeros al servicio del rey, hoy nigromantes, asesinos, ni vivos ni muertos, vagan sin descanso por el desierto de la noche eterna, en busca de almas que arrebatar. Las leyendas dicen que las estrellas del firmamento son las almas que ellos siegan, iluminando la oscuridad del cielo. Cómo veis este es un mundo lleno de luz y sombra, un mundo dónde no existe el sol, sólo la noche, esté es mi mundo.

Y hoy es el gran día, hoy será mi ceremonia, la ceremonia que me concederá el privilegio de ser una sombría. En la ceremonia te otorgan la marca de Lunafreya, la marca sagrada, la marca que toda sombría debe poseer. Esa marca en medio del pecho inspira temor a muchos, incluso los guerreros de la estrella la temen, no existe en este mundo magia más poderosa que la de una sombría, y por fin, estoy preparada para ser la guardiana de la daga estelar.

Desde los albores del tiempo, hemos sido las guardianas sagradas de la daga, nuestras historias hablan de tiempos de guerras, tiempos oscuros y sangrientos, donde la diosa Lunafreya descendió del cielo y nos entregó un poder que si caía en malas manos, estaba destinado a destruir el mundo.

La diosa le otorgó la daga y todo lo que ello conllevaba a la primogénita del rey Orión, la sacerdotisa Bellatrix, la primera sombría, ella declaró que a partir de entonces y por orden de la diosa, las próximas sombrías debían ser de sangre real, debían hacer el peregrinaje de las mil noches en los páramos de la oscuridad y haber pasado cuatro años con las doncellas nocturnas, las sirvientas de Lunafreya, enviadas con el único fin de guiarnos hacía el entendimiento mutuo y la paz.

Me gustaría decir que todo salió bien, pero no fue así, la paz no fue duradera tres generaciones después volvió a estallar la guerra y entonces los pueblos quedaron desunidos, las aldeas, las ciudades todo quedó devastado. Y cómo castigo Lunafreya les privó de la luz de sol, condenándoles a la noche perpetua, destruyó todo rastro de vida, las flores, los ríos, los árboles, sólo dejó lo justo, redujo todo a un desierto sin final, creó el lago de cristal y también... a los espectros oscuros. Sin embargo la diosa se apiado de una niña, la cuarta guardiana, la dama Aria, quien le suplicó clemencia hacia todos los demás y le dijo que ella sufriría el castigo en nombre de todos los que debían ser castigados. La diosa al ver la pureza de su espíritu la bendijo a ella y a todos sus descendientes, creó la ciudad de marfil, y nombró a esa nueva tierra de prosperidad, el reino de la media luna. Y yo Velvet, primogénita del rey Rigel, seré la siguiente sombría, que la estrella de la diosa me guíe.

–Lady Velvet, el rey desea veros.

–Enseguida iré...

Abandoné mis aposentos y marché hacía la sala del trono, al llegar vi a mi padre sentado, impasible como siempre, con la mirada perdida, cuándo llegue a su lado, no se percató de mi presencia hasta que hablé.

–¿Queríais verme padre?¿ocurre algo?

–No, solo quería ver a mi pequeña.

–Siempre tan amable padre.

–También quería informarte de que tú ceremonia se adelantado dos horas deberías prepararte de inmediato .

–Como deseéis padre.

Una vez de vuelta en mi alcoba miré por mi ventanal y pensé en los últimos años cuando yo era libre, libre en la ciudad de la noche sin luna, en la torre del cielo con las doncellas de la diosa, aquella fue y será la única vez que haya sido posible mi libertad, pues a partir de hoy, tendré un destino, un objetivo de por vida.

El tiempo pasó raudo, estaba preparada mucho antes del tiempo previsto para que yo me preparase, cuándo mi nana, Lía, vino a buscarme y llevarme al lugar donde se celebraría mi ceremonia estuve más que preparada. Salimos de mi alcoba y recorrimos el ala oeste, bajamos las escaleras, seguimos a la biblioteca donde ella descubrió para mi el pasadizo secreto que sólo unos pocos privilegiados conocían. Cuando hube cruzado el umbral de la salida, me quedé sin respiración.

Era una cueva subterránea llena de cristales de sol, así llamaban a las rocas brillantes, su luz era tan intensa, cálida y hermosa que a los de mi raza les recordaba su antiguo tesoro brillante. Y yo nunca llegaría a verlo, era de techo muy alto, la luz de las rocas era de un colorido azul celeste y aguamarina, pero lo que realmente me dejó sin poder respirar fue la zona de la ceremonia, había doncellas nocturnas y caballeros de la estrella, había una sombría de la generación anterior, varias feligresas, mi padre y su cónsul. Todos alrededor del círculo de convegencia todo cuánto debía hacer era colocarme en medio de ese círculo, recitar mis votos y recibir la marca.

Me apresuré al lugar donde todos esperaban por mi, me sitúe en medio del gran círculo formado por las runas ceremoniales dibujadas con la pluma de una Valquiria.

–Bien demos comienzo a la ceremonia – mi padre y el cónsul compartieron una mirada sospechosa.

–Por favor podéis empezar a entonar la canción sagrada – dijo la sombría Altaris a las feligresas – Bien usted, Lord Spica debe situarse justo al otro lado del círculo frente a mi –una vez todo estuvo listo se dirigió a mi – bien, Lady Velvet ¿jura bajo la estrella de Nébula salvo guardar al inocente?.

–Lo juro por la estrella.

–¿Juras fidelidad a la diosa Lunafreya y cumplir sus designios?

–Lo juro por la diosa.

–¿Jura su majestad no ceder mi cegarse por los poderes otorgados por la diosa y luchar siempre en pos de la paz y la unión?.

–Lo juro.

Pero en el momento que terminé mis votos empezaron a retumbar las paredes y el techo de la caverna subterránea. Mi padre susurró algo al cónsul y ambos se apresuraron por unas escaleras, momentos después también comenzó a oírse el fragor de la batalla y entonces entendí lo que ocurría pero era demasiado tarde...

–No os distraigais majestad la convergencia aún no a concluido y al parecer debemos darnos prisa ¿Mi Lord harías los honores?

El caballero de la estrella se acercó a mi y marcó mi pecho, justo bajo mi clavícula la marca de la diosa y con ello, sentí mi propia alma desfallecer. Una luz brillante me envolvió y tanto la sombría como el caballero y las feligresas recitaron una leyenda antigua, una vez terminaron, mi nana no perdió tiempo y me sacó de allí sin darme oportunidad de mirar atrás ni una vez.

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