Capítulo 2

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Narra Janoj
Aquella cálida mirada permanecía en mi memoria, mientras trataba de descubrir el misterio del fuego de sus ojos, que aceleraba mi corazón.

Anduve algunos meses analizando que tenía de especial aquella niña. ¿Serían sus cabellos lacios de color castaño?¿Su tez blanca y delicada?¿Sus verdes ojos?¿O aquella tierna y perfecta sonrisa? Eso parecería, sin embargo, otras adolescentes que tenían algunas de esas cualidades, no llamaban mi atención o eran altivas. Fue entonces que me percaté. Fuera de aquellas cualidades físicas y los defectos que ignoré, lo que realmente hacía especial a Astrid era su forma de ser, una chica risueña, dispuesta a colaborar a los demás, tierna, divertida y cariñosa.

Amor, eso era. Mi primer amor. Estaba preparado para casi todo, menos para aquel sentimiento, para aquella agradable tortura, aquella niña que empezó a vivir en mis pensamientos, día tras día. En los siguientes días me dedicaba a verla de reojo, mientras estaba distraída. Era tan dulce que mataría a cualquier diabético. A pesar de ser el mejor de la clase no me atrevía a pedirle hacer alguna tarea juntos. Me mataba la pena. Pensaba en cientos de formas en la que me rechazaría o quedaría en ridículo.

En algunas ocasiones, teníamos algunos roces que erizaban mi piel, al tocar su pálida, suave y delicada cutis desnuda. En una de esas ocasiones, mientras practicábamos Basketball, Astrid arremete contra mí, mientras me giro, a lo que sus brazos rodean mi cuello, sintiéndose como un abrazo indirecto.

Un día, "de casualidad"  la encontré en internet. Empezamos a chatear. Esa era mi dosis de alegría. Hablábamos de lo que fuera. Hasta que un día mencioné nuestra paradoja. Incontables conversaciones por chat y ni un saludo en la secundaria.

Al día siguiente, Astrid, al llegar, acercándose me dijo enérgicamente hola, haciendo una extraña y tierna pose, mientras esbozaba una radiante sonrisa, como una niña al recibir un regalo. Anonadado ante la situación y sin preparación alguna, esbozo una tímida y pequeña sonrisa, mientras trato de articular palabra alguna. Astrid se retira hacia sus amigas, mientras su expresión cambia a una algo apenada. Luego incliné mi cabeza ruborizado mientras me regañaba por mi peyorativa actitud.

Ahí empezó la primera caída. Nuestras conversaciones virtuales, se acortaron como la luz al final del día. Tuve la primera pérdida académica. Aunque fue invalidada, posteriormente, sirvió como despertar de aquel ilusorio sueño de poder algún día estar junto a Astrid; y como recordatorio de la silenciosa guerra que libraba con Stan.

A pesar de las dificultades, salí destacado al igual que el año pasado. Manteniendo a flote a Angco. Sin embargo, la facción Calic ya había tomado cartas en el asunto. Una situación que pasó desapercibida ante mis ojos, que devaluaría mis victorias. Calic empezó a reclamar a su facciosa. Astrid. Poco a poco, fuimos alejados uno del otro, sin poder hacer algo. Las tensiones entre facciones habían aumentado últimamente. Y la unión de enemigos, no sería visto de buena manera.

Memorias de un amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora