"Chapitre 02"

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— ¿Qué ves idiota?.— refunfuñó enojado.

Un pelirrojo que miraba no muy lejos del rubio suspiró; y es que, ¿quién en su sano juicio pelea con un pez?, parece que Meliodas.

Mientras el rubio seguía peleando a "quién parpadea primero, pierde"; Escanor se dedicaba a leer documentos de su empresa, todo estaba bien sin embargo no sentía que de verdad todo esté bien. Así que leía una y otra vez los documentos en sus manos.

Sin notar que un pequeño ojitos esmeralda se le había trepado hasta el hombro sin permiso.

— ¿Qué lees testosterona?.

Escanor se sorprendió al oír a aquel rubio y también por el estupido apodo que ahora le había puesto.

— ¿Testosterona?.— cuestionó con su tono neutro.

— Si, nadie puede estar tan pompeado a menos que tome media docena de hormonas todos los días.— respondió con simpleza.

Escanor frunció el ceño.

— No es necesario que tome hormonas para estar en buena forma.— replicó inmediatamente.

Que pensaran que su musculatura era a causa de procesos químicos era una apuñalada en su orgullo cuando había trabajado tanto para mantener esa forma desde sus dieciséis años.

— Tal vez. Ahora responde mi pregunta, analfabeta.— insulto.

— ¿Cómo me llamaste pequeña mierda?.— susurró ronco.

— Ya oíste, analfabeta. ¿Quién responde una pregunta con otra pregunta?, imbecil.

El pelirrojo se levantó aún teniendo al rubio sobre su hombro y con enojo soltó un puñetazo directo a la boca del estómago de Meliodas, quien reaccionó muy tarde y ahora se encontraba sin aire y un punzante dolor en la zona del impacto.

— B-bastardo...

Escanor lo vio desde el rabillo de sus ojos, con esos fríos y siniestros ojos celestes haciendo que Meliodas perdiera las ganas de seguir hablando.

— Creo que se te olvida en que lugar estás. Esta es mi casa, yo soy su dueño.— dijo extendiendo los brazos a ambos lados.— Estos son mis empleados y de todo esto es mi fortuna; y tú eres solamente un pequeño bicho malcriado y malagradecido que no sabe donde se encuentra y ante que Rey está presente.— se acercó al rubio.

— Tu estás aquí porque te tuve piedad y ahora no estás en tu ridícula miseria en el bar de mi amigo esperando a que alguien compre tu feo trasero.— escupió hiriente.

Meliodas simplemente se limitó a bajar la mirada y morderse los labios por la impotencia y saber que todo lo que él había dicho era la maldita verdad; aunque no lo quería era cierto, incluso aún tenía todas esas deudas millonarias a gente mala y gente buena. Sintió el ardor en sus ojos queriendo sacar las lagrimas por sus fuertes emociones, más no lo hizo, se tragaría su llanto hasta que aquel gran hombre se fuera lejos de él.

— Estupido... maldito bastardo...— murmuro con rabia dejando salir las lagrimas.

— Deja de insultarlo por favor.— exaltado el rubio volteó hacia atrás logrando ver a una mujer cabellos castaños claros, ojos de la misma tonalidad y tez ligeramente pálida.

— Y tú me detendrás.— ironizó.

La joven simplemente alzó los hombros sin cambiar su expresión neutra de su rostro.

— Puedo hacerlo si quiero y si me dan el permiso suficiente.— aclaró rápidamente.

Rodó los ojos.— Ajá, por supuesto... me colgarás de un cordón de zapato y lo pondrás de adorno para el idiota aquel.

- ¡𝔇𝔞𝔡𝔡𝔶 𝔈𝔰𝔠𝔞𝔫𝔬𝔯! [NNT/YAOI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora