Capítulo 1 - Don't talk back, don't talk back

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   Su cuerpo le temblaba, el sudor le recorría cada milímetro de su piel. John estaba en el piso boca abajo, esperando en cualquier momento recibir el impacto de otra patada en algún lugar de su cuerpo. Aquellos brabucones que lo rodeaban habían estado provocándole desde que salió del supermercado, siempre se los encontraba en todas partes.

—¡Miren como llora el marica! ¿No te cansas de ser tan gay, Deacon?

Los chicos no dejaban de patearlo. Uno de ellos incluso le escupió. John no podía hacer nada, sólo quedarse en posición fetal hasta que acabaran. Después de todo, ya estaba medio acostumbrado. Un chico de cabellos rubios apareció de entre los demás y se dedicó a levantar a Deacon del cuello de su camisa de llamativo estampado, dejándolo frente suyo, medio colgando. Mientras se burlaban en conjunto del rizado, otro chico que estaba más alejado fumando se acercó corriendo a los demás.

—¡Sueltenlo, viene la policía!— decía abriéndose paso entre aquellas bestias que vestían chaquetas de cuero negras y gafas de sol por la noche.

De un momento a otro los chicos huyeron.

   Nuestro muchacho muy adolorido, intentó levantarse como pudo y se dejó reposar sobre una pared mientras cerraba los ojos, intentando de alguna manera ahuyentar aquél dolor que sentía en todo el cuerpo. Su nariz sangraba y tenía moretones en todas partes. Su cabeza dolía mucho.

"Ya va a pasar"

   Como si todo estuviese bien realmente. Es triste saber que para John aquello no era nada fuera de lo común. Su vida era un recibir odio constantemente de todas partes, solo por ser diferente. Nuestro protagonista resistía. Deacon no es un chico fácil de rendirse, y esto sólo empeoraba las cosas.

   John se volvió al supermercado y le pidió con algo de vergüenza una servilleta al hombre que atendía. El pelirrojo sentía en su pecho una ansiedad que le pedía a gritos que saliese de ahí, pero intentaba mantener la calma mientras secaba con el paño la sangre de su nariz. El empleado lo veía algo confundido, pero no se atrevió en ningún momento a preguntarle por su estado.

   Aún con miedo, John salió a la calle con la compra que había hecho antes de que lo hubiesen atacado decidido a partir a su hogar. Era una noche muy fría a pesar de que la primavera hubiera comenzado hacía unas semanas. Entre la oscuridad que invadía las calles iba caminando John. La sombra de sus rizos se reflejaba en el pavimento humedecido por las lluvias que amenazaban constantemente. Iba tan concentrado observando su propia silueta que no notó la presencia de otra persona caminando en dirección contraria a la suya, si no que cuando chocó con esta salió de su burbuja. John enseguida se dio la vuelta para ver si todo estaba bien, y se le heló la sangre al notar que aquella persona era nada más ni nada menos que uno de los chicos con los que se había encontrado unos momentos antes.

—Y-yo... lo siento...

Su voz estaba ahora notablemente temblorosa. El chico que tenía enfrente juntaba sus cigarrillos del suelo pues estos habían desparramadose tras el choque. Sus cabellos cortos y oscuros brillaban ante la luz del farol que había encima suyo.

—¿Te golpeaste?

Su voz detonaba un tono muy dulce y ronco al mismo tiempo. John sintió sus cabellos erizarse ante esta. No podía confiar en él, lo único que pudo hacer fue darse la vuelta e irse corriendo lo más rápido posible. No conocía sus intenciones, pero aquellos chicos lo habían atormentado tanto que ya no los quería cerca siquiera.

   Mientras el pelinegro lo observaba confundido con sus cigarrillos en sus manos John huía a su hogar rogando no tropezar. No es que su casa fuese un lugar cálido y amoroso como todos esperarían, pero por lo menos se mantenía alejado del mundo exterior.

[ . . . ]

—Deaky, mírame.

El pelirrojo se dio la vuelta para quedar frente a su amigo, quien observaba detenidamente su rostro notando los moretones de la noche anterior. 

—¿Qué te hicieron?

Su expresión había cambiado rápidamente a una de total preocupación. 

   Brian era el mejor amigo de John, por no decir el único.  Él era su refugio. Siempre estaba ahí, y hasta el día de hoy jamás le había fallado. Es realmente difícil encontrar entre una sociedad que te odia a alguien que llegue a quererte tanto como lo hacía él. Era como una madre, la madre amorosa que John nunca pudo tener.

—Anoche me golpearon. 

—¿Quiénes? ¿Los estúpidos que te molestan en el instituto?

John bajó la vista y asintió. Brian se limitó a soltar un pesado suspiro ante su respuesta. Si había algo que llegaba a romperlo era saber que su amigo era atacado casi todos los días por un par de imbéciles que se creían mejores que él por el simple hecho de que a John le gustasen los hombres. No lo entendía, no entendía qué era eso que lo volvía inferior a la vista de los demás. 

—Fui al supermercado a comprar lo que faltaba para la cena y cuando estaba saliendo me los encontré. Por supuesto que no dudaron en darse el placer de golpearme.

—¿Y nadie te ayudó?

La habitación se inundó en silencio. Sólo el sonido del lápiz que John pasaba sobre una hoja dibujando formas abstractas podía oírse.

—¿Quién me ayudaría? A nadie le importa lo que me pase, sólo a ti.

Brian tragó saliva y bajó su vista para ver lo que John dibujaba.

—Debes estar harto de ellos...

John sólo soltó un suspiro asintiendo.

—Te acostumbras, Bri.

—Pero esa no es la solución.

Le dolía mucho ver lo que su mejor amigo debía sufrir día a día. Y más le dolía saber que ya era parte de su vida.

—Son demasiado estúpidos como para entenderlo.

John parecía dibujar cada vez con más fuerza. Sentía una impotencia increíble al saber que no podía hacer nada para cambiar su vida. Lo único que lo sacaría de allí era esperar unos años más hasta graduarse e irse de aquel infierno. Pero nada le aseguraba de que después de eso no seguiría sufriendo discriminación.

   La atmósfera estaba algo tensa, Brian temía que su amigo colapsase allí mismo y propuso entonces hacer algo para distraerse. Los chicos pasaron la tarde entonces viendo una película de ciencia ficción que, si bien ya habían visto unas cuántas veces, les gustaba demasiado como para cansarse de ella. Cuando John estaba con él se sentía en calma. Sentía que finalmente alguien lo amaba y cuidaba como tanto lo necesitaba. Se sentía protegido.






Bien, esto es una caca ajsjasj

Prometo que conforme vaya avanzando los capítulos serán mejores...

Тне Gαме [D е α с υ r y] -- pausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora