Capítulo 5 - What are you afraid of?

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   Despertar con el ardiente calor húmedo de una tarde de verano no es lo que se diría algo agradable. Eran casi las dos de la tarde cuando John despertó de su profundo sueño completamente empapado debido al calor que hacía en su habitación. Al parecer la noche anterior habría olvidádose de abrir su ventana, por lo que tomó asiento con la intención de abrirla, pero un horrible mareo hizo que volviese a su posición inicial. El día estaba aún así bastante nublado. Su cabeza parecía que iba a estallar. El hecho de que aún estuviese vestido con pantalones largos y una camisa no tan fresca sólo lo acaloraba más. Maldecía el momento en el que creyó que beberse dos cervezas él sólo sería una buena idea. Pero aún no tenía claro los recuerdos de cómo llegó a su casa en aquel estado.

   De todas formas no tenía tiempo para pensar, por más que fuese domingo y además estuviese de vacaciones, temía que la intolerancia de sus padres al notar su ausencia generara problemas. Como pudo entonces intentó levantarse y se dirigió sin ser visto hasta el baño donde unas nauseas horribles hicieron que acabase vomitando todo lo que había bebido. Se sentía un total estúpido, quizá había mejores maneras de alejarse de sus problemas que llegar a eso. Definitivamente las había.

   Luego de lavar su rostro intentando despejarse un poco bajó lentamente hasta la cocina donde curiosamente, ninguno de sus padres estaba. Ya era costumbre para John que sus padres pasaran más tiempo fuera de casa que con él, pero aquel día era domingo. Ellos nunca trabajaban ni salían los domingos. Mientras el agua para el té comenzaba a hervir, el fuerte sonido de la puerta de entrada cerrándose lo quitó de sus pensamientos y llegó a aterrarle un poco.

—¡John!

Aquella era sin dudas la voz de su madre. Deacon soltó un suspiro al saber que estaba ahí y sin antes apagar el fuego de la cocina, se dirigió a la sala de estar. El ambiente estaba raro, su madre parecía decaída y asustada. La tranquilidad que le había traído a John escucharla se había ido.

—¿Sucede algo, mamá?

La mujer emitió un silencio hasta que el estruendo de su marido entrando a la sala lo rompió. Cada vez que John veía a su padrastro sentía cómo sus manos comenzaban a temblar involuntariamente.

   El hombre le dirigió una mirada fría a su mujer y esta salió silenciosamente de la casa, quedando solos en la sala. John tragó saliva en señal de nerviosismo.

—Yo y tu madre debemos viajar, pero tú te quedas— su grave tono de voz era capas de reducir a cualquiera —, tu tío Bernard tuvo un accidente y debemos ir a ayudarlo.

El castaño asintió en silencio. Aquello no era un problema para John. Bernard era un tío al que en su vida sólo había visto cuando era muy pequeño, y luego toda información sobre él habría desaparecido de su mundo. Y tampoco era como si quisiera viajar por horas junto a sus padres para tal tragedia. Prefería quedarse solo en casa.

   Su padrastro se acercó aún más a él, provocándole a John cierto escalofrío en la nuca.

—Más te vale que no salgas ni hagas nada mientras no estemos. ¿Acaso crees que no sé a qué hora volviste anoche?

Las manos de John temblaban y los nervios parecían comérselo vivo. El hombre tomó con una de sus enormes manos su rostro haciendo que John no le quitase la mirada de encima.

—Seguro te anduviste revolcando con algún tipo por ahí, ¿o me equivoco?

El miedo que sentía el rizado en ese momento era inmenso. Y no podía hacer nada, estaba bajo su poder. Le daba náuseas el simple hecho de que le estuviese tocando el rostro.

—Para tu información nada de eso pasó, sólo estuve con unos amig-

Un golpe le impidió terminar su mentira. El cuerpo de John perdió el equilibrio y cayó al suelo, no sabía bien si del shock o del dolor que sentía por el golpe que su padrastro le había dado en el estómago.

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⏰ Última actualización: Dec 27, 2020 ⏰

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