Capítulo 3 - Снrisтinе F

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   Era sábado, y para la suerte de John eso significaba por fin el comienzo de sus tan esperadas vacaciones. Si bien aquel verano no viajaría a ninguna parte con su familia o por su cuenta por ciertas complicaciones económicas, le aliviaba el hecho de no tener que ir a la escuela y poder alejarse de aquel ambiente tan tóxico que lo atormentaba la mayor parte del año. Sin embargo, el peor punto de todo esto es que quien sí viajaría era Brian. Su amigo no había dudado en invitarlo a irse junto a él, pero si bien John moría de ganas de acompañarlo, sus padres no se lo permitieron excusándose con que debería ayudar en la casa. Incluso el mismo John sabía que aquello no era cierto.

   Desde que el chisme sobre su orientación sexual había llegado a sus oídos, sus padres no hacían más que llamarle la atención cuando estaba con Brian o hacer lo posible para que su hijo "se enderezara". Y sí, es realmente duro querer ser uno mismo cuando ni siquiera en tu propio hogar te aceptan. Aquel parecía ser el peor verano de su vida.

   Las últimas semanas de clases fueron sin embargo las peores para él. Al parecer el nuevo hobbie de sus agresores era molestarlo cada vez que podían, y siempre se los cruzaba no solo dentro del instituto, si no también fuera. Para su suerte siempre estaba Brian cuidando de él y espantándolos, pero ahora ya no estaría. Ahora todo sería diferente.

   A quien John temía que seguiría viendo era a Farrokh. Aquel chico le daba miedo. Siempre después de cada encuentro entre él y sus bullies lo veía cerca, al parecer observándolo. A John le aterraba que estuviese planeando algo, pero lo que no sabía era que Bulsara sólo se aseguraba de que estuviese bien físicamente luego de cada ataque. Era dentro de todo lo máximo que se animaba a hacer sin ser visto. Farrokh no se quedaba tranquilo hasta asegurarse de que John no estuviese muy lastimado o lo que sea. Era raro cómo le había tomado cierto cariño al pobre chico. Y de alguna forma se veía reflejado en él.

   Aquel día fue la gota que rebalsó el vaso.

   John había salido por la tarde a la biblioteca. Antes de que Brian partiese a su destino vacacional le había dejado una lista con títulos de libros que podrían llegar a gustarle a su amigo mientras él no estaba. Y el pelirrojo no dudó en ir y buscarlos ya que no tenía nada más que hacer.

   Cuando salió de la biblioteca el sol estaba ya ocultándose. Sin darse cuenta había pasado horas revolviendo libros y el atardecer abrazaba el cielo. Los cabellos de John parecían más rojizos que de costumbre por la luz amarillenta que inundaba las calles que ahora caminaba en dirección a su hogar. Aquello que rogaba por todos los cielos no encontrarse en su camino fue justamente lo primero que vio acercándose frente a él. Eran ellos de nuevo. Sus pies se congelaron e intentó correr a otra parte para que no lo vieran, pero por su torpeza acabó tropezando y cayendo al duro suelo de la vereda. Fue inevitable que lo vieran, y unos minutos después aquellos sujetos que vestían de negro se lo habían llevado hasta un callejón bastante oculto para molestarlo.

—¿A dónde ibas Deacon? ¿A ver a tu novio?

Sus risas burlonas parecían ahogarlo. Uno de los chicos lo había acorralado contra la pared y le impedía escapar, además de que los demás estuviesen a su alrededor.

—No te importa.

John en un impulso intentó oponerse a sus burlas, pero aquello sólo los incitó más a que siguieran.

—¡Ahora el marica se hace el rudo! ¡No lo intentes, no te sale!

—Déjenme en paz, por favor.

Lo único que anhelaba era salir de ahí tan pronto como fuese posible. Si Brian estuviese con él aquello no estaría pasando, o él los intimidaría. Lo extrañaba y ni siquiera hacía un día desde que se había ido.

Тне Gαме [D е α с υ r y] -- pausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora