🎄| Sexta Parte

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|SEXTA PARTE|
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ACTUALIDAD

       Admito que siento todo dar vueltas para mi y una sonrisa se desliza en mis labios pero no puedo evitar cubrir mi boca por el asombro.

—Te extrañé, pequeña Rose —murmura. Mi sonrisa es tan amplia que siento que podrían romperse mis mejillas, mis rodillas tiemblan y tengo que sostenerme del sofá al lado mío.

—Lucas…

—Admito que en nuestra adolescencia te observé, te observé por tanto tiempo sintiéndome mal porque eras mi pequeña amiga, era mayor de edad y aún así me gustaba la hija de los amigos de mis padres…

»Me preocupaba que con el tiempo lo que sentía por ti no disminuía en lo absoluto sino todo lo contrario. Me parecía ilógico porque crecí contigo y Rachell se supone que debía verte como una hermana o una prima, no como la chica hermosa que me parecías…

Doy pasos tentativos hacia él sintiendo mi corazón loco por salir de mi pecho y juntarse al suyo.

Muerdo mi labio inferior con fuerza y me acerco. Extiende sus manos hacia mi y cuando deslizo mis palmas en las suyas tira de mi hasta que mi pecho está cerca pegado al suyo.

»Admito que me pasé este último año buscando la manera de hacer esto porque es importante para mi, sin embargo, al final solo decidí esto porque creo conocerte y saber que te gustan las cosas sencillas.

Hay una maqueta de un tamaño enorme sobre una de las mesas, una casa de dos plantas totalmente realista. Tiene plantas en el jardín delantero, ventanas abiertas y las puertas también.

Dentro se puede apreciar un árbol de navidad que enciende luces que parecen reales.

Sin embargo, nada me asombra tanto como cuando hace girar un poco la parte superior hasta desmontarla casi por completo y dejar a la vista una cajita mediana de terciopelo con letras brillantes

¿Quieres ser mi novia?—Trago saliva y parpadeo varias veces cuando abre la cajita dejando ver dos delgados anillos. Uno tiene un corazoncito y el otro está liso.

Siento mi respiración tembloroso y mis ojos se cristalizan, hago un pequeño puchero de manera casi inconsciente mientras él me observa expectante.

—Si—Una amplia sonrisa amenaza con romper su rostro en dos, se acerca y sus brazos me rodean antes de elevarme y hacerme girar.

—Hemos hecho todo al revés —murmuro contra sus labios cuando se detiene, él ríe y mis pies tocan el suelo.

—Lo importante es que lo hemos hecho —dice, rio y clavo mi mirada en la suya. Relame sus labios y ahueca una de mis mejillas antes de depositar un beso corto en la comisura de mis labios.

»Te amo…—murmura, suspiro y atrapo sus mejillas entre mis manos guiando sus labios a los míos. Sus labios amasan los míos con vehemencia antes de que sus manos vuelen a la parte trasera de mis muslo para elevarme y hacerme enredar mis piernas en sus caderas.

—Te amo—susurro cuando me alejo —. ¿Dónde están todos?—cuestiono aún con la respiración agitada, él sonríe.

—Regresan más tarde —murmura, asiento y suspiro sin poder borrar una amplia sonrisa.

—Dios, te extrañé…—exclamo hundiendo mi rostro en su cuello, él ríe. Se inclina un poco para tomar la cajita de terciopelo y comienza a caminar conmigo a cuestas hacia el pasillo de las habitaciones en cuestión de segundos estoy acostada en la que supongo será su cama.

Se cierne sobre mi cuerpo hasta que sus labios alcanzan los míos. Llevo mis manos a su cabeza hundiendo mis dedos en su cabello, su lengua se escabulle entre mis labios y jadeo cuando deja caer el peso de la parte inferior de su cuerpo sobre mi, rio y mi entrepierna lo acuna.

—Supongo que ya la condición perdió vigencia—susurra, suelto una risita entre dientes encogiéndome de hombros y jade un poco cuando se presiona contra el vértice entre mis piernas.

—Si la perdió, pero eso no quiere decir que no lo hagamos—susurro, sus cejas se disparan casi hasta tocar sus cabello y ríe.

—Concuerdo con eso—dice antes de besarme nuevamente, no pasa mucho para que ambos nos encontremos desnudos, jadeo cuando me hace girar causando que clave mis rodillas en el colchón y mi pecho esté contra el colchón.

Admito que estar de esta manera se siente demasiado expuesta pero no digo nada mientras él me acaricia, gimo cuando dos de sus dedos me penetran, mis uñas se clavan en el borde del colchón y mi gemidos se ahoga en la almohada.

—Talvez he sido muy obediente para Santa Claus que me ha regalado a tal chica —gimoteo cuando arquea sus dedos en mi interior y me remuevo—. Y eso que aún no es navidad —dice justo antes de que sienta como sus dedos me abandonan para ser reemplazados por su lengua.

—Dios—gruño contra la almohada sintiendo su boca húmeda causar estragos en mi. No puedo evitar que sonoros gemidos me abandonen mientras sus dedos acarician mi clítoris y su lengua le da su atención a mi entrada.

Lloriqueo cuando las oleada del orgasmo me azotan y mis rodillas tiemblan pero no me deja caer en el colchón, su brazo pasa por mi abdomen y me sostiene, tira hasta que ambos estamos sentados y mi espalda está contra su pecho.

Hace que me incline hacia adelante, tan solo lo suficiente, para penetrarme, gimo llevando mi palma a mi boca y él gruñe contra mi cuello.

—Muévete, Rose—Su voz es una suplica que no puedo evitar cumplir, apoyo mis manos en sus muslos y muevo las caderas en círculos. A pesar de que mi movimientos son torpes y descoordinados le escucho gemir clavando sus dedos en mis caderas.

Clavo mis uñas en sus muslos y siento la opresión en mi vientre bajo cuando él me hace apoyar las manos en la cama volviendo a la posición en la iniciamos, chillo cuando comienza a embestirme pues se siente demasiado profundo y creo que en el cualquier momento el orgasmo podría llegar a llevarme a la inconsciencia.

Le escucho maldecir y mía paredes lo aprietan cuando tiemblo y las oleadas del orgasmo hacen que casi pierda el aire. Él continúa embistiéndome prolongando mi liberación hasta encontrar la suya.

. . .

Miro con cierta ilusión el anillo que me ha regalado Lucas, es tan lindo que no puedo creerlo.

Es una promesa.

Ariel, su madre, me observa como si ya conociera un hecho que yo no, como aquella vez en la cena. Me sonríe cuando se da cuenta que la estoy mirando y desvía la vista hacia su esposo.

Me pongo de pies encaminándome hacia la salida de la cocina que da a la playa. Ahí está Lucas, sentado en la escalinata de la casa.

—Gracias por el obsequio —murmuro cuando me siento a su lado, sus ojos me observan y sonríe pasando un brazo por mis hombros.

—El tuyo fue mil veces más grande que esto —Frunzo el ceño sim borrar mi sonrisa.

—¿Qué?

—Antes de que fuéramos cualquier cosa tu me obsequiaste algo —murmura contra mi frente antes e depositar un beso ahí.

Busco entre mis recuerdos haberle dado algún regalo en estos años pero no encuentro nada. Me alejo notando su sonrisa divertido

—¿Qué obsequio? Yo no…—Ríe.

Tu virginidad

—Oh Dios —Presiono mi rostro en su pecho avergonzada y él ríe fuertemente.

—Ese fue el primer regalo que me hiciste antes de que todo comenzara, ese año tuve planes de volver en las vacaciones de verano a la casa solo para preguntarte porqué lo habías hecho pero te recordé evitándome luego de que sucedió y como siempre mamá y papá fueron a visitarme…

»Pero, a pesar de eso, fue uno de los regalos más significativos —Me obliga a alejarme y sonríe, deposita un beso en mis labios.

»Gracias por ese obsequio, Mi Obsequio Prohibido.

 

Obsequio Prohibido ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora