🎄| Segunda Parte

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|SEGUNDA PARTE|
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      Sus ojos se clavan en los míos y relame sus labios, sonrío al notar como su respiración se vuelve un poco más rápida y eleva las piernas empujando mi cuerpo hacia su abdomen para que no sienta la erección que comienza a crecer en sus pantalones.

Muy tarde.

Deslizo mis manos por su abdomen, su pecho y me inclino hasta hundir mi rostro en su cuello, beso su piel con lentitud, suelta la respiración entre los dientes y yo suspiro arrastrándome por su cuerpo más abajo, hasta sentir el bulto entre sus piernas presionar contra mi muslo.

—Hazlo…—susurro en su oído, él gruñe y sus manos viajan a mi cintura, tira de mi hasta enderezarme.

—Rose no…—susurra, gimoteo en su oído cuando me muevo y el jeans presiona el vértice entre mis piernas, sus dedos se clavan en la piel de mis caderas.

Y me pregunto ¿por qué hago esto?

Creo que mis neuronas vuelven a funcionar y relamo mis labios antes de deslizarme fuera la cama y salir de la habitación sintiendo el sonrojo deslizarse por mis mejillas, mi cuello y mi pecho.

Camino rápidamente hacia la habitación escuchándolo mencionar mi nombre y golpeo mi frente con mi palma sintiéndome avergonzada.

—¿Por qué mierda has hecho eso, Rose?—Me reprendo cerrando la puerta con seguro detrás de mi—. Va a pensar que eres una necesitada, una lanzada —sollozo y me dejo caer en la cama. Hundo el rostro en la almohada sintiéndome completamente abochornada.

Toca la puerta.

—Rose…—Aprieto tanto los labios que duelen. Siento la opresión en mi estomago por la vergüenza de haber hecho eso.

—Olvida todo eso, Lucas, por favor —murmuro, no sé si me escucha.

—Rose abre la puerta —dice.

—No, olvídalo—clavo mis ojos en la almohada y tomo mi móvil comenzando a buscar una manera de distraerme. Sigue tocando la puerta por unos cuantos minutos por lo que tomo mi toalla y me desplazo al baño que comparte la habitación de Rachell y la mía.

Me deshago de mi ropa metiéndome a la ducha y siento la opresión en mi vientre bajo.

Él ha tenido una erección por mi culpa.

Suelto una risita entre dientes y me enjabono, sin embargo, mis muslos se sienten pesados y hay una sensación extraña en mi sexo.

¡Por Dios! Nunca he tenido intimidad con nadie pero sé perfectamente que Lucas hace revolucionar todo en mí.

Muerdo mi labio inferior y cuando termino envuelvo la toalla alrededor de mi cuerpo, hago un nudo a la altura de mi pecho y salgo del baño.

Mi respiración se atasca en mi garganta y por instinto llevo mi mano al nudo de la toalla, ladeo la cabeza y rasco mi entrecejo tragando saliva.

—¿Cómo entraste? —Él sonríe y se pone de pies, se encoge de hombros caminando hacia mi y retrocedo, mi espalda ad presiona en la puerta del baño.

Obsequio Prohibido ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora