🎄| Primera Parte

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| PRIMERA PARTE|
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       Las olas golpean con fuerza la arena e incluso el agua casi roza mis pies, muerdo el interior de mi mejilla mientras sostengo la cámara entre mis manos. La arena entre los dedos de mis pies es relajante pero no puedo evitar la tensión que siento ante lo que me espera en la casa.

Como cada navidad mis padres y los Bowell han decidido alquilar una casa cerca de la playa para pasar navidad y año nuevo juntos. Ambas parejas se conocen desde la adolescencia y han adoptado esta tradición desde hace unos pocos años.

No puedo evitar pensar en él, porque—por obligación —él debe estar presente; es su hijo.

Mi estómago se retuerce ligeramente y la saliva se vuelve espesa en mi boca al tiempo que el viento me golpea ondeando mi cabello. Muerdo mi labio inferior y sacudo la cabeza mirando las pocas fotografías que he tomado.

La tensión que siento me hubiese hecho feliz si hubiera sido porque no lo soportara, pero al contrario de ello, lo que siento no se relaciona en lo absoluto con el descontento.

Mi corazón late ligeramente violento dentro de mi caja torácica y ni siquiera lo he visto aún. Mis muslos se sienten pesados tan solo de saber que estaremos apenas divididos por una pared. Mamá ya me ha dicho cual es su habitación y cual es la mía.

Y es que a pesar de cualquier pensamiento de mi parte sé muy bien lo que quiero de él.

Siento el ardor extenderse por mis mejillas y sé que debo estar sonrojada tan solo de saber que él puede dármelo sin problemas.

Lucas Bowell se ha encargado de que no sienta pena de la tradición que hemos adoptado él y yo. 

Lucas Bowell hace que me sienta completamente diferente cada año.

. . .

TRES AÑOS ATRÁS

Me ubico como siempre al lado de mamá en la mesa, Rachell—mi hermana—se ubica al lado de papá. Al otro lado de la mesa se encuentran los Bowell. Leonardo Bowell y Ariel Evans uno al lado del otro y su hijo, Lucas, al lado de su madre.

Como el año anterior aquí nos encontramos, nuestros padres comienzan a hablar y Rachell nos mira de vez en cuando mientras ve de reojo su celular que esconde bajo el mantel.

Miro de vez en cuando a Lucas y es que no puedo evitar hacerlo. Hace más de dos años no lo había vuelto a ver y no puedo evitar sentir una ligera punzada de rencor por el hecho de que se hubiese ido de la ciudad sin siquiera avisarme sabiendo lo que sentía por él.

Sabiendo que mi primer amor de adolescencia era él.

Más que por eso mi molestia va dirigida al hecho de que no se despidió. Me pregunté muchas veces si fue por el hecho de que estaba enamorada de él, si de alguna manera aquello le incomodaba.

—¿Qué tal ustedes? ¿Tienen novio?—Rachell eleva la vista y mueve sus ojos hacia Ariel, sonrío sintiendo mis mejillas sonrojarse ligeramente.

A pesar de que, se supone, estoy en la edad en la que los chicos nos gustan más que nunca, no es algo que sienta.

Mis diecisiete años solo me han golpeado con estudio, música y algunas que otras fiestas; los chicos no son mi prioridad.

Obsequio Prohibido ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora