🎄| Extra

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TRES AÑOS DESPUÉS

       La pantalla se vuelve negra y dejo el móvil sobre la mesa de la sala antes de que una enorme sonrisa se deslice en mis labios.

Siento los muslos pesados por la anticipación y hay una sensación en mi vientre que sé que no desaparecerá hasta no verlo aparecer, hasta que él me ayude a liberar todo este deseo que siento.

Paso una mano por mi cabello completamente abrumada, solo llevo una camisa suya a pesar de que está haciendo frío por la época.

La navidad nunca ha sido mi época favorita, sin embargo, a Lucas—mi esposo—parece encantarle.

Mis ojos se desvían hacia el enorme árbol de navidad que él y yo decoramos, no puse objeción porque no me importa que esté aquí, es lindo. Además me gusta ver los ojos de Lucas brillar ante el reflejo de las luces en ellos.

Me inclino sobre la barra de la cocina y arqueo mi espalda apretando las piernas juntas. El calor que sube por debajo de mi piel parece querer consumirme sin remilgos.

Me quejo al sentir el tirón en mi vientre cuando un recuerdo fugaz de Lucas tomándome desde atrás pasa por mi mente. Mi sexo latiguea ante la necesidad de sentirlo así y sin poder evitarlo me arqueo, aprieto más los muslos buscando la manera de calmar esa sensación.

Si, he decidido darle una sorpresa esta noche antes de navidad, estoy deseando que llegue para follármelo donde sea, pero parece que no podré esperar hasta que llegue sin buscar alivio por mi propia cuenta.

Tomo la botella de champán y me encamino al cuarto con ella en una de mis manos, cada paso es una contracción más en mi sexo y me apresuro a llegar a las escaleras, mis dedos envuelven el barandal mientras asciendo con lentitud, sin embargo, no termino de subir cuando escucho la llave ser introducida en la cerradura de la puerta principal y esta se abre.

Sus ojos claros me encuentran, sus labios se entreabren y una sonrisa los estira.

—¿A dónde va mi esposa tan bonita?—cuestiona entrando, cierra la puerta detrás de él y se deshace de su saco.

Soy consciente de que la camisa suya a duras penas cubre el inicio de mi trasero y que desde donde está lo más probable es que vea mis bragas de encaje perfectamente. Giro sobre el peldaño y me siento en el que se encuentra más arriba.

—Estaba esperándote —suspiro, él me observa, sus ojos oscureciéndose tanto por la lujuria que podrían confundirse con el color negro de su corbata, dejo la botella en el escalón más abajo del que me encuentro sentada y abro las piernas. Lo más seguro es que la botella cubra mi sexo, él relame sus labios.

—¿Si?

—Si, pero estabas tardando mucho…—Le doy una mirada que pretende ser inocente y su mano vuela a su corbata comenzando a deshacer el nudo.

—¿Si? ¿Y qué ibas a hacer? —cuestiona, sonrío y llevo una de mis manos a mi pecho por encima de la camisa, mis pezones se endurecen cuando lo imagino envolviéndolos con sus labios. Sé lo que quiere escuchar y es justo lo que voy a decirle.

—Iba a tocarme mientras te esperaba, iba a pensar en ti mientras trataba de aliviar este dolor —Echo la cabeza hacia atrás y lo escucho maldecir cuando deslizo mis manos hacia mi entrepierna, me acaricio por encima de las bragas.

»Iba a gemir tu nombre mientras me tocara  esperando que llegaras—digo volviendo a mirarlo, inclino el rostro a un lado y mi cabello roza mis muslos causando un cosquilleo en la piel que arde por él.

Por su mirada increíblemente atrapante.

—Talvez si llegaba más tarde podría encontrarte haciéndolo, tocándote por mi…—Sus dedos rodean el barandal y empieza a subir las escaleras, asiento. Se queda dos escalones más debajo de donde me encuentro y su mano acuna mi barbilla inclinándose hasta rozar mis labios—. Pero creo que estoy de suerte porque he llegado lo suficientemente temprano para ayudarte yo mismo a aliviar ese dolor —Mi sexo se contrae por la ronquez en su timbre de voz, por la manera en la que me mira y por como soy consciente del bulto en sus pantalones.

Asiento brevemente y tomo la botella entre mis manos poniéndome de pies. Termino de subir las escaleras y lo miro por encima de mi hombro, sigue en el mismo lugar y sus ojos se encuentran en mi trasero.

El que siempre ha querido follar.

Sus ojos encuentran los míos.

—¿Está mi marido comiendo mi culo con la mirada?—cuestiono girando mi rostro y caminando despacio por el pasillo, escucho sus pasos ascendiendo las escaleras y bamboleo las caderas a propósito, provocándole.

Podría decirse que Lucas y yo hemos tenido una historia basada en más sexo que cualquier otra cosa.

A pesar de que si, nos amamos—al menos yo estoy segura que lo hago —nuestros inicios se basaron en el placer y hasta el día de hoy parece que no podemos dejar de desearnos; siete años después.

Muerdo mi labio inferior y gimoteo cuando sus manos atrapan mi cintura y me empuja contra una de las paredes laterales del pasillo, sonrío cuando su rostro se hunde en mi cuello y su erección se encaja en mi espalda baja. Mis pechos presionados contra la pared, mi mano libre igual

—Quiero comerte a ti, ¿es mucho pedir?—dice en mi oído, mi espalda se arquea en reflejo. Y sus caderas se presionan más contra mi, restriega su erección en mi culo y su boca encuentra la piel de mi cuello.

Mi respiración se vuelve pesada y muevo las caderas a propósito, pasan algunos segundos en los que solo besa mi cuello antes de que me haga girar y sus brazos me rodeen hasta que sus manos ahuecan mi culo.

Hoy puedes obtener lo que quieras, tu regalo de navidad ha llegado por adelantado.

Obsequio Prohibido ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora