◞ Jeno soñaba bastante con vivir en el faro cuando era pequeño - en donde se alojaba el arcoíris.
Últimamente sueña más con ver el verano y cumplir años una última vez. (Y que Jaemin viva para siempre).
- Lee Jeno / Na Jaemin
- N...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
◝┈┈⋆┈┈⋆┈⊰༆⊱┈⋆┈┈⋆┈┈◜
Era el tercer periodo, Jeno miró al tablero, divagando.
15 - 12, 2 - 2
Chenle hizo un tiro de campo, luego la pelota llegó a sus manos en una maniobra afortunada. Ahora solo tenía que esperar a que alguien le robase le pelota o hiciese una tapa.
Su tobillo dolía; mucho, muchísimo. También se pregunta si los tobillos de Jaemin estarán bien, pero tendrá que descubrirlo después.
—¡Jeno!
Lee carraspeó, sosteniendo la pelota contra su costado mientras se agachaba para envolver una mano en torno a su tobillo, creyendo que la presión eliminaría el dolor de una vez. El profesor de gimnasia se acercó a él entonces, con las manos en los bolsillos de su conjunto de deportes y parándose a su lado.
—¿Estás bien?... ¿necesitas ir a la enfermería?
—Sí.
—¿Sí qué?
—Enfermería —Jeno dijo, sosteniendo una mueca y sobándose la piel sobre las mallas negras. Entonces el hombre le ofreció una mano que el menor tomó, confiando su peso en el cuerpo fornido del hombre y estabilizándose sobre el piso, para comenzar a andar hacia el pasillo y hacia la enfermería.
Jaemin sentía el dolor de cabeza quemando arriba de su ojo derecho, a un costado de su frente, extendiéndose poco a poco, aveces dolía hasta su nuca.
Cuando Jeno entró a la enfermería no se encontraba nadie más allí que Jaemin, quien fruncía el ceño repetidamente, tratando de sacudirse la cefalea de encima. Entonces levantó su cuello, acomodándose en sus antebrazos a los lados de su espalda y mirándolo adormilado desde la cuarta camilla.
—¿Qué pasó? —Preguntó, el entrecejo aún fruncido y entornando los ojos para verlo desde el fondo.
Jeno apuntó un dedo al pie que sostenía en el aire, y quizás sostenerlo dolía más, pero no quería comprobar cómo se sentía volverlo al piso. —¿Tú?
—Migraña.
Jeno asintió lentamente, mirándose la punta del zapato mientras pensaba qué tanto enardecería su tobillo de quitarse la prenda.
