Capítulo XXII

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 Me desperté y noto los rayos del sol por mi cuerpo y molestando mis ojos, me quería parar y no pude ya que siento un peso encima arriba de mí y recuerdo todo lo que pasó en esta isla. Básicamente hicimos un techo para nada y la fogata ya se había apagado, veo que Libardo sigue totalmente dormido y solamente le acaricio el cabello para no despertarlo ahorita. Miro a mi lado derecho y consigo otra hoja en esta isla, algo que pasó igual que en mi sueño y con lugares distintos.

Agarro como puedo la hoja y la abro con mi única mano pues la otra la tenía abrazando a Libardo, al verla pude notar que también estaba más borrosa que la anterior y aun así podía leerla. "Pues la traición que te darán se está acercando", y a lo lejos vi alejándose al chico de la máscara; por lo que ahora supe mejor la razón de que alguien nos miraba.

No puedo creer que ahora me toque jugar a los detectives, no entiendo cada una de las notas que me están dando y sobre todo no comprendo la coherencia de que ese sujeto me esté persiguiendo. Me importa una mierda que me haya visto desnudo y para especificar todo este drama necesito respuestas.

Siento que Libardo se mueve encima de mí y va abriendo los ojos poco a poco, seguidamente se separa de mí sentándose en la arena y yo hago lo mismo quedando igual que él.

Libardo agarra la camisa y cuando se la iba a abotonar vio de manera sorprendida, por lo que yo me reí bastante fuerte y el me dio golpe muy fuerte mi hombro. Así que agarré su rostro y le di un pico en sus labios mientras que el debo de pegarme, le pase su traje de baño y nos los pusimos. Nos fuimos corriendo hasta una de las rocas que había con mayor altura y nos agarramos las manos, lo miré sonriendo y él lo hizo de vuelta; saltamos y caímos inmediatamente en el agua.

Al estar frotando en la misma Libardo se acercó a mí abrazándome por el cuello mientras me empezaba a besar, lo abracé por la cintura correspondiendo sus labios con sabor a salado por el mar. Sentimos unas leves olas mojándonos nuestras caras, pero no nos importó demasiado y al separarnos Libardo colocó su cabeza en mi cuello, nos pusimos de acuerdo en irnos hasta nuestro refugio y al sentarnos él saco algunas galletas y empezamos a comer de las mismas, vi en su teléfono que son la una de la tarde y falta poco para que podamos regresar a nuestras casas.

Lo raro es que yo dejé la nota que leí hace poco aquí y ya no está, justamente le hice presión con mi bolso para que no se fuera pues quería mostrárselo a Carlos para contarle todo lo que me pasó hasta ahorita. Nunca pensé que diría esto, pero espero que me den otra para poder tener evidencia de que no estoy volviéndome loco.

-¿En qué piensas?.-Preguntó Libardo sentándose delante de mí.

Abrí un poco mis piernas y sentí el contacto de su espalda con mi pecho, por lo que él se recuesta en mi cuerpo y pone su cabeza en mi hombro. Lo abrazo y hago presión en el tronco de una de las palmeras para no caerme por el peso que me da Libardo, él me pasa una galleta y al quitarla la aleja de mí; la vuelve a acercar, pero cerca de mi boca, por lo que la voy mordiendo hasta que no quede rastro.

-En nada, creo que ya será hora de irnos al hotel.-Respondí mirando por toda la isla.-Al menos tu celular tiene pila.

-Pero no señal, así que no sirve de mucho.-Contesta comiendo lo que nos queda.-Lo digo porque te he visto muy nervioso.

-Con esto de quedarnos aquí creo que cualquiera, por cierto, nos iremos de una vez al hotel ¿no?.-Propuse inmediatamente.-Digo, no creo que te quieras quedar aquí un rato más.

No respondió nada por un buen rato y voltee para atrás porque siento que me está volviendo a mirar, al no ver nada vuelvo a mirar al frente y trato de actuar lo más relajado posible a pesar de esa situación.

Cruel Sonrisa - LieanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora