El comienzo de una travesía peculiar

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Myla, hermosa chica de rulos café, no por edad pues estaba cerca de pasar el umbral entre la adolescencia y la adultez a sus cortos 17 años, de belleza que trasciende de lo físico a todo su ser, belleza que solo se compara a su danza sobre el escenario, haciéndole cosquillas a la superficie de él, mientras interpreta su papel. Al final, su acto se alegra en forma de aplausos de los presentes. Pero ella no se limitaba a tan bello acto, también era una estudiante modelo, una lectora aventurera, su crianza la ha formado para ello.
Un día Myla hurga en la biblioteca por una nueva aventura, pero ya habría atiborrado su imaginación con las historias de la sección habitual, y procura buscar algo más, algo nuevo, que la seduzca, que la atrape.
A su edad su interés no era estar con alguien por estar, debía darle algo más, algo que aprender. Así es con la lectura.
Su búsqueda se prolongó hasta llegar a un rincón olvidado de aquél lugar. Ella no recordaba haber escuchado nunca de las historias que allí reposaban, pero su atención se concentró irremediablemente en una de ellas, esta llevaba en su lomo tatuado "El Laúd de Pandora".
Myla se sentó en una mesa donde se embarcó en esta aventura que le daría sentido a su vida.
La historia contaba de una niña con una invaluable belleza de ojos claros que embelesaba el alma de cualquiera, de cabellos café. Que está perdida en el ala de una biblioteca misteriosa.
Myla levantó su mirada de aquellas páginas asustada e intrigada a la vez, pues por obviedades sentía que era de ella quien narraba la historia. Cerró el libro y comenzó a buscar la salida de aquel lugar, pero este se extendía como si de un mundo alterno se tratase.
Myla aterrada pero valiente y motivada por la incertidumbre siguió leyendo, en efecto el nombre de la niña era el de ella, Myla subestimada por sí misma, pues siempre se sintió como un anexo de otros, una extensión de quienes la rodeaban, sus amigos, su familia, sintiendo que hacía lo que los demás querían ver de ella, o así se sintió luego de leer su nombre a través de aquellas letras.
-Curioso pensamiento para aquel momento. - pensó mientras seguía en la búsqueda de alguna salida libro en mano, abierto de par en par.
Pero la verdad había una tarea que ella solo podría realizar, un secreto dentro de sí que ella solo podía descifrar.
De a poco aquel lugar comenzó a desquebrajarse, derrumbándose sobre la nada, dejando caer a Myla en un abismo donde ella de sí no supo más.

Myla despertó en el regazo de unas lianas en un pintoresco paraíso. suavemente, intentó integrarse a la realidad, frente de ella hizo aparición un hurón, este la olfateaba y cuando la vio despertar y dijo agitando su pequeña mano: -Hola que tal-.

Myla abrió de par en par sus ojos ante tal situación. -¡ESPEREN UN MOMENTO! ¡Esa cosa habló!-... Así fue la sorpresa de Myla, enorme, gritando al caer aparatosamente al pasto verde.

-Siento haberte asustado, pero ¿que eres?. Dijo el animalito mientras Myla retrocedía más y más haciendo ruidos de pavor.

-Parece ser una de esas cosas que caminan en dos patas y siempre pelean entre ellos, ¡yo los he visto!, ¡yo los he visto-. Dijo una voz de tono grave que venía de atrás de ella, o mejor dicho sobre ella, pues se había topado mientras retrocedía a rastras con un rinoceronte, el cual palpaba con sus manos, explorándolo sin verlo aún .- ¿Po...r que ustedes hablan?-. Dijo Myla más confundida que nunca...

- ¿Po..po..Porque tu caes del cielo?, -Dijo una coneja burlándose de la niña, pues el cuerpo de Myla había regresado a su infancia.

Algo curioso es que estos animales eran más grandes de lo que ella conocía, pero aquello la tenía sin cuidado por el hecho de que estos podían comunicarse con ella hablando.

Entonces Myla decidió en aquel momento intentar creer que todo aquello era normal.

-¿Saben cómo salir de aquí? es que debo regresar a casa temprano ya saben cómo son los padres-.

- Si te entiendo-. le dijo un chimpancé en un acento muy gracioso bajando de uno de los arboles.

- Mi mama aun me regaña por llegar tarde. Venga un abrazo-.

-Los otros animales comenzaron a balbucear su incomodidad, pues el chimpancé era muy empalagoso de trato. Mientras la abrazaba ella solo podía sonreír con tenue vergüenza e incomodidad.
El día pasó entre caminar y hablar de un sabio un animal cuyo intelecto era de elogio, tanto era que lo conocían como "El Sabio".
Myla solo escuchaba y respondía cosas por simple inercia aun incomoda por lo que vive en este momento.
Luego que fue tomando mayor confianza y dándose cuenta que no corría peligro comenzó a disfrutar el viaje del paisaje y la vegetación. Sin embargo dos preguntas se mantenían en su cabeza. -¿Como terminé acá?, ¿Que es este lugar?.Al caer la noche los animales acamparon, reunieron diferentes verduras, legumbres, tubérculos, y mucha soya. El chimpancé es adicto a aliñar la comida así que contribuyó con dicho menester trayendo lo necesario. Entre este y la niña cocinaron para todos mientras los demás ayudaban aportando los ingredientes, haciendo del ambiente muy agradable. Hasta la coneja, aunque apática, disfrutaba del momento, además que el entorno proveía las cosas que se necesitaba para ello.
-¡Hay que endulzar la mezcla!. -Dijo el hurón luego de probar. -vi una caña cerca del río, eso servirá.
-Yo la busco- dijo una voz en las cercanías. un lémur sobre un gorila saliendo de la oscuridad de forma dramática, siendo iluminados por la fogata, luego volvieron a las penumbras partiendo en busca de la caña.

-Su aparición tan extraña, se debe a que está loco-. Comentaba la coneja con cara de perplejidad. Pasada las horas y con la integración del gorila y el lémur al grupo, luego de surtir de la caña a los cocineros, y después de haber comido suficiente, todos se quedaron dormidos, esperando al día de mañana llegar donde yacía el sabio tan nombrado.

El Laúd de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora