Ni siquiera puedo decir que me gusten los árboles

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Su madre le obligó a levantarse a las seis de la mañana, como si se encontrara en horario de escuela. Shikamaru odió al Go, a su viejo y a la maldita apuesta el tiempo que le tomaba llegar a la ducha. Sin embargo terminó descartándolo, porque era demasiado problemático el gastar tiempo en guardarle rencor a otra persona. Y porque aquel trabajo sólo era una consecuencia de su mal juego y su nula capacidad para innovar en estrategias.

Es mejor que te acostumbres –dijo el viejo, saludándole con un gesto burlón. Shikamaru puso mala cara, sin evitar hacer un bostezo. Su padre, fuera de reírse de él, imitó su gesto.

Voy a la escuela durante el año, viejo –le recordó él, sentándose de mala gana en su sitio habitual. Su madre ya le había servido una taza de te caliente con tortilla y dashi maki tamago. Como debía de ser acompañante todo el día, tendría que almorzar afuera y no volvería hasta la hora de cenar. Lamentó profundamente el tener que estar un día más lejos del kotatsu, pero después de navidad podría estar día y noche dormitando hasta que le tocara volver a clases. Quedaban dos días. Sólo dos días.

Que mal –ambos soltaron un suspiro y se dedicaron a comer el desayuno. Su madre apareció con tsukemono que Shikamaru acompañó con la tortilla.

Deberías terminar rápido, Shikamaru –le regañó su madre. El chico se detuvo para mirarla con sorpresa. A penas llevaba la mitad de la tortilla y no había tocado el tsukemono ¿Y debía dejarlo a la mitad? Era una lástima que su madre no hubiese elegido caballa en vez de salmón, pero el dashi maki tamago estaba delicioso. –No es bueno hacer esperar a una dama mucho tiempo

¿Ah, sí? –el tsukemono junto al dashi maki tamago era perfecto. Lo que le hizo lamentar mucho más el no poder quedarse a almorzar. Su vaga pregunta le hizo ganarse una mirada fulminante que ignoró. Estaba tan acostumbrado a las miradas asesinas de su estricta madre, que Shikamaru lo tomó como algo normal. Y no estaba dispuesto a sacrificar su desayuno por detenerse a pensar en lo que ella necesitaba escuchar. Para eso estaba el viejo.

¿Ah sí? ¡Shikaku, dile algo! –se quejó ella, alzando la cuchara amenazadoramente hacia su hijo. Shikamaru tragó saliva e intercambió una mirada con su padre, quien se había rascado la cabeza con la mano contraria. Seguramente sin saber que decir para mantener contenta a su esposa.

Pero mujer, aún es temprano... –La mirada de su madre auguró un pleito mañanero. Un pleito que le dejaría sin desayuno.

Tan problemático y molesto.

Shikamaru abrió los ojos cuando sintió que le jalaban el brazo. Se había quedado a un lado de la entrada esperando que Temari llegara, después de que su madre prácticamente les echara de casa. Su padre, fuera de decir algo que pudiera salvarlo, se había resignado a su suerte y había comenzado a caminar hacia su trabajo.

Hacía frío, aún tenía hambre, pero al menos había llegado temprano.

No pensé que llegarías antes –le dijo ella. Shikamaru sacó el celular y corroboró que efectivamente, eran las ocho. Cuarenta y cinco minutos aproximados de espera bajo el frío sin nada más que una tortilla, medio te caliente, dos trozos de tsukemono y tres cuartos de dashi maki tamago en el estómago. Maldita sea.

Es mi trabajo –respondió él, estirándose y haciendo un bostezo. Sabaku no Temari vestía la misma bufanda y el mismo gorro que el día anterior, pero al menos hoy llevaba guantes para soportar el frío. Ella le sonrió sarcásticamente como si pudiera leer su mente y de alguna forma hubiese sabido. Sin embargo, le dio la espalda y comenzó a caminar hacia la estación de bus.

Sin nada más que hacer y porque, como le había dicho antes, era su trabajo, Shikamaru la siguió.

Esta vez el bus de acercamiento y el metro tenía mucha menos gente que el día anterior. Como no había estudiantes por estar en periodo festivo, y porque la hora pico ya había pasado pudieron al menos sentarse. Temari parecía bastante acostumbrada a ese tipo de ajetreo, a pesar de ser Suna una ciudad mucho más pequeña que Konoha. Consideró que era excesivamente problemático preguntar sobre eso y ella no parecía molestarle que Shikamaru no iniciara una conversación. Lo que no la hacía menos problemática, pero al menos podría tener un poco de paz durante esos días.

Algo tan fastidioso como la NavidadWhere stories live. Discover now