Kakashi, como siempre, no llegó. Y Naruto llama insistentemente

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El gimnasio de Kendo se encontraba prácticamente al otro lado del campus, y sólo porque encontraron un mapa es que no se perdieron más de lo necesario. Shikamaru hizo un cálculo mental y concluyó que eran aproximadamente quinientos pasos menos del estacionamiento al gimnasio que de la entrada al gimnasio. Una cifra inservible, pero que podría servir a la hora de controlar al público cuando el examen de Kendo comenzara.

No parece haber nadie –Temari se paseó alrededor de la puerta alrededor de dos minutos, antes de tratar de empujarla. Shikamaru ni siquiera lo intentó. Se limitó a quedarse de pie, maldecir a su profesor internamente y a considerar el ir por un café. Cosa que, descartó al ver la mirada fastidiada de la rubia.

Deberíamos ir por un guardia. O un personal de aseo –ofreció en cambio. Según su padre les había comentado el día anterior, era Kakashi quien tendría que venir a abrirles el gimnasio, orden expresa de la alcaldesa. Temari haría una evaluación preliminar –y él no lograba entender cómo otra alumna tendría la credibilidad como para hacer eso– mientras el hombre les daba un paseo y una explicación aburrida de donde sería cada competencia y donde pondrían cada mesa y grupo. Según él había escuchado, este año no habría aspirantes a Dan 7 y 8. Pero si del 6 hacia abajo, lo que requería de examinadores capaces y una buena organización entre las dos ciudades. Les tomó alrededor de media hora encontrar a alguien que les abriera la puerta, y Kakashi no se apareció en todo ese tiempo. Sin embargo, Shikamaru ya lo conocía lo suficiente como para ni siquiera molestarse –En realidad, no se había molestado ni siquiera el primer día–. Temari, por supuesto, era otra cosa.

No puedo creer su irresponsabilidad –gruñó ella. Shikamaru se encogió de hombros, limitándose a mantener la puerta abierta para que ella pasara. Dejaron los zapatos en la entrada y entraron con calcetines, al no encontrar alguna zapatilla o sandalia de descanso –Ésta es una evaluación importante, que garantiza la oportuna organización de los exámenes de Kendo. Pensé que tu profesor lo tenía claro

Yo no pondría mis apuestas en ese caballo –intervino él. Ella lo fulminó con la mirada, pero Shikamaru no se lo tomó personal. Él había cumplido con su parte, llegar temprano y llevar a la chica a donde correspondía, árboles incluidos. En medio de este intercambio de miradas aburridas y fulminantes, el celular de Shikamaru vibró y la rubia decidió darle la espalda para rebuscar en su bolso lo que parecía un cuaderno de notas. No pudo evitar hacer una mueca cuando vio un mensaje de Naruto que parecía un análisis del trabajo de Sasuke, lo que le hizo maldecir internamente. Efectivamente y a pesar de su insistencia, el idiota de Naruto estaba espiando a Sasuke en su trabajo. Alfa idiota enamorado. Ni siquiera se tomó la molestia de responder el mensaje, porque seguramente sería más de lo mismo. Sasuke, interactuando con X, Y, Z persona y Naruto poniendo excusas para no ser llamado un acosador.

¿Cuántos crees tú que sean necesarios? –Preguntó ella de pronto. Shikamaru levantó el rostro por encima del celular –y los tontos y acosadores mensajes del rubio– para mirarla aturdido. ¿Necesario de qué? ¿Ella había dicho algo? Sabaku no Temari puso mala cara, pero a él le pareció que hizo el intento por no asesinarlo –Examinadores. De cada ciudad

Es un tema problemático –admitió él. Si era sincero, todo el tema en si era problemático. ¡Ni siquiera tenía que ser su problema!, pero ahí estaban... Shikamaru lo pensó un poco y trató de ser lo más diplomático posible. –Ustedes sólo tienen séptimos dan, por lo que para la evaluación de los sextos Konoha debería poner a tres examinadores. Desde el quinto hacia abajo, podrían ser equitativos de cada ciudad. Al menos hasta que alguno de sus séptimos sea octavo Dan y esté cerca del noveno –Lo cual era complicado, pero justo. No había nadie en Suna con las capacidades para evaluar un examen de sexto Dan como si había en Konoha. Incluido el Kyūdō y otras disciplinas, dada la antigüedad de ambas ciudades. Ella lo pensó un poco, mientras el celular de Shikamaru siguió sonando, pero asintió.

Algo tan fastidioso como la NavidadWhere stories live. Discover now