Capítulo XVII.- Tiempo.

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3 meses después.

Agarro el látigo con fuerza y lo lanzo hacia la cabeza de mi oponente. El demonio se agacha con facilidad y me mira sonriente. Sus dientes son puntiagudos, listos para destrozar mi carne, esperando cualquier descuido.

Tiro del látigo y lo enrrollo en mi muñeca derecha. Es momento de utilizar otra arma.

Saco el cuchillo que se encontraba afirmado en mi cadera y lo empuño, me acerco a él con determinación.

El demonio me mira esperando mi próximo movimiento, pero ahora me mantendré a la defensiva. No seré quien ataca. Al darse cuenta, el joven demonio de ojos amarillos decide atacar con rapidez.

Me doy la vuelta y espero a que pase, entierro el cuchillo en su espalda y luego desenrredo el látigo de mi muñeca con rapidez, lo lanzo en su dirección y lo envuelvo en su pierna para luego tirar y hacerlo caer.

Una risa ahogada sale de la boca del chico y sus ojos brillan con diversión.

-¡Muy bien!, a eso le llamo una verdadera pelea. Quiero que el resto de ustedes trate de hacer lo mismo u algo mejor. ¡VAMOS!- El demonio se levanta y me da la mano para felicitarme. Yo aprovecho de sacarle el cuchillo de la espalda y él sonríe agradecido.

En el último mes hemos empezado a practicar contra demonios, vampiros, hombres lobo, y todos los demás seres sobrenaturales que se puedan imaginar. Ellos nos ayudan a saber qué puntos atacar y cómo hacerlo.

Hace aproximadamente 83 años, todos los seres no humanos tuvieron que escoger un bando. La luz o la oscuridad.
Escogieron según sus ideales, intereses, capacidades, etc. Por ello, hay demonios que están de nuestro lado, y otros que están en nuestra contra.

Aquí no hay buenos ni malos, solo seres que tienen intereses e ideas diferentes.

Yo estoy en el bando de la luz. Y mi hermandad también.

Es por eso que las hermandades pelean entre sí, porque no pueden llegar a un acuerdo, porque hay algunas que están a favor de la luz, y otras que están a favor de la oscuridad.

Desde pequeña me enseñaron que los de la oscuridad son los malos, que son monstruos por pensar distinto a nosotros. Que no debía ser como ellos y que tenía que matarlos a todos, pero mi papá cambió ese pensamiento. Lo alteró.

Dmitry siempre creyó que la paz sólo llegaría cuando todos nos empezáramos a aceptar. A respetar.

Y gracias a ello para mí es fácil creer en la paz. Y aunque la batalla entre mis Hermandades me parezca absurda, debo luchar por lo que creo.

Debo matar por lo que creo.

Debo matar... para traer la paz.

El demonio de ojos amarillos, Derek, me sonríe ampliamente y se aparta para empezar otra batalla con mi compañero de equipo.

Me acerco a la banca y miro al chico de ojos miel mirarme con el ceño fruncido.

-Creo que le gustas a Derek.-Murmura y se cruza de brazos, enfurruñado.

SilentiumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora