04 Despedida

52 8 2
                                    

Luz...

Cámara...

Acción...

~Aurora Wesley~



Debo llegar a dónde están Sandy y Laura.



Mis pasos se detuvieron al momento de escuchar un llamado a mis espaldas.

—¿Hermana? Es muy tarde para caminar por los pasillos.

Esto no puede ser, si saben quien soy, me matarán.

Suspiré.

—Orden de la madre superiora.—Aprendí a disfrazar mi voz para pasar inadvertida.

—Sigue tus rondas y luego ve a descansar.

Hice un leve asentimiento y seguí mi camino, al momento de que me perdieron de vista caminé con más rapidez hasta que cruzar al siguiente pasillo, pero una escena demasiado fuerte me dejó pasmada, cubrí mi boca con mi mano para evitar salir cualquier sonido.

—¡Ah!

Una monja y uno de seguridad estaban llenando el pasillo de gemidos. No fue hasta que se metieron a un salón que me apresuré a pasar.

Por cada aula por la que pasaba miraba por las ventanas de la puerta para saber si estaban ahí, era demasiado frustrante el no hallarlas. Hasta que escuché voces y gritos de dolor.

No puede ser... Sandy y Laura están en peligro.

Me apresuré a abrir la puerta, la escena donde Laura, se interpuso en el camino de Sandy para ser golpeada en su lugar, fue tan fugaz. Corrí con rapidez hacia Laura que se había desmayado por el  golpe. Sandy, la mirada en sus ojos era tan desconocida, no era lo que mostró en un principio, algo oscuro se apoderó de ella.

Fue hasta la monja y le quitó el manto de la cabeza hasta hacerla gritar, tirando así de su cabello real.

—¡Suéltame!

Sandy deja a la vista sus resplandecientes dientes blancos.

Tengo miedo... pero me reconforta que ella esté de nuestro lado.

—Como ordene, hermana.

Templó de su cabello hasta hacerla impactarse con el gran espejo de práctica. La sangre en el rostro y cabeza de la monja se estaba haciendo cada vez más clara.



—Perdón, una dama no debe actuar así, ¿no?

La llevó al piso y con sus propios puños la golpeó hasta que la sangre saliera por todo su cuerpo. En el momento de controlar su ira, su mirada se mantuvo ida pero regresó a los minutos.

Me miró y luego a Laura que seguía inconciente.

—Esconderé su cadaver—sostuvo sus manos para arrastrarla—  tu quédate con ella y despiértala. Debemos irnos antes de que ellas nos encuentren, de las tres, solo tú sobrevivirías, Aurora.

Bufé—Estamos en el mismo barco, no te dejaré hasta darlo todo, Sandy.

Ella sonríe.

—Lo sé, gracias.

En el momento en el que Sandy se fue acomodé a Laura y fui por una cubeta con agua para ver si la hacía reaccionar, debía apurarme para no perder más el tiempo pero fue horrible que ya una monja estaba ahí frente a Laura. Vio mi cubeta y me la arrebató de las manos, entró al salón y se la tiró en el cuerpo a Laura, el agua estaba helada, Laura despertó sobresaltada y con mucho frío.



R E G A L ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora