Pasaron algunas semanas más en las que la joven herrera aprovechó para practicar sin descanso. Su rutina fue la misma desde que llegó; a la mañana estudiaba, en las comidas practicaba etiqueta, por las tardes y noche se la pasaba ensayando los bailes reales hasta que sus pies dolieran.
Así fue hasta que el día acordado, llegó. El reino Uraraka fue avisado de que el mismo príncipe Todoroki vendría a buscar a su prometida, lo que en parte, fue bueno. Ganaron más tiempo para educarla. Aunque también era arriesgado para ellos, por más de que tenga alguna de las características de la princesa Uraraka que mencionaron al Rey Todoroki, la joven herrera tenía un casi nulo parecido a ellos. Eso les preocupaba un poco, mas aún quedaba las esperanzas de que todo saliera bien para el reino.
Todo el se movilizó por la llegada del joven príncipe. Querían dar una muy buena impresión, teniendo en cuenta de los desastres ocurridos por la huida de la princesa.
_________ no tuvo más opción que levantarse más temprano de lo normal ese día y todo fue para que pudiera ser arreglada desde esa hora así cuando el bicolor llegara, estuviera en perfectas condiciones. Se sintió más frustrada que nunca. Hicieron que se quedara por horas en la tina bañándose con aguas de lavanda. Por horas hasta que le salieron arrugas en los dedos. No era necesario tanto, pensaba ella. En parte aquello la hizo sentir como si fuera una apestada o algo por el estilo, mas quiso esfumar esos pensamientos para enfocarse en lo suyo.
Luego de ello, fue llevada a una sala llena de armarios en los cuales habían miles de vestidos. Quedó con la boca abierta. En su casa, a lo mucho tenía cuatro vestidos los que usaba todos los días y que además, le había costado semanas de trabajo en la herrería para conseguirlos.
Nunca le había prestado mucha atención aunque debía admitir que en el fondo, le parecía lindo ese tipo de cosas. Se acercó a uno de los armarios y decidió acariciar la suave tela de el vestido mientras que las criadas del castillo tomaban tantas prendas como podían.
—Señorita, comenzaremos probando algunos para encontrar el ideal —habló una de ellas con una ligera sonrisa nerviosa—. Debemos apurarnos, no sabemos cuando llegará el príncipe…
Sin quererlo, bufé cansada.
—No es necesario tanto revuelto para ponerse un simple vestido —murmuró aunque lo bastante alto para que las jóvenes pudieran oírlo—. En vez de perder tiempo en esto… No sé, podría encargarme de otras cosas más importantes.
—Lo siento, señorita. Pero son órdenes del rey —dijo un tanto apenada—. Su majestad desea que todo sea perfecto con la llegada del príncipe. Pidió que la presencia de la señorita sea impecable…
Desvió su mirada con frustración y mordió el interior de su mejilla para evitar volver a quejarse, después de todo, eran una de las cosas que aprendió en sus lecciones.
Evitar hablar de más si no se le ha pedido y en definitiva, no quejarse.
—Está bien, comencemos.
Alzó sus manos rendida y permitió que las criadas siguieran con su labor, no le quedaba de otras más que solo seguir las órdenes. Cerró sus ojos queriendo recordar la razón del por qué estaría entregando su libertad, con el propósito de conseguir fuerzas para seguir.
Ya habían bajado del barco junto a los caballos para seguir el camino a pie. Había sido un viaje de dos días en mar y ahora quedaba continuar de esa manera. Seguramente sería otros dos días de viaje, mas no se permitió mostrar su cansancio.
Junto a los guardias asignados a la fuerza para acompañarlo, más que nada con el objetivo de vigilarlo para que no escape, fueron con calma hasta su destino sin mayores complicaciones, para su mala suerte.
Ya faltaba poco para llegar y lo vio cuando cabalgaba sobre su caballo, en uno de los montes, a lo lejos divisado el castillo del reino Uraraka, que de cierta forma era más pequeño que su castillo. No le dio mucha importancia a ese detalle aunque pensó que su padre posiblemente diría un comentario desagradable al respecto.
—Su alteza —llamó uno de los guardias—. Debemos continuar, la princesa Uraraka nos espera. Al igual que su padre.
—Sí —respondió con firmeza, digno de un futuro monarca. Mas solo pensar en ello, de inmediato le dio náuseas.
Pensar en ser rey, traía la imagen de su padre en la mente. Era repulsivo.
Por unos instantes, sus heterocromáticos ojos se posaron en las vistas que daba en su posición y se perdieron en un momento. Dejó que el gentil viento llegara a acariciar su rostro hasta sentir que una ligera presión se instalaba en su garganta y cerró los ojos dejándose libre en sus recuerdos hasta llegar en el único lugar feliz en la tierra.
Junto a su madre.
—¿Su alteza? —preguntó uno de los guardias al ver que no avanzaba.
Todoroki abrió los ojos bruscamente y cayó en cuenta de que aún seguía ahí. Sus latidos aumentaron con fuerza ante el aturdimiento que provocó la sensación de picor en su vista, avisándole que unas gotas cálidas querían desbordarse.
Se descuidó.
—En marcha —habló lo más autoritario posible, avanzando con rapidez sin dejar que ninguno lo viera de esa manera.
Los guardias se miraron un tanto confundidos pero sin dudarlo más, lo siguieron con prisa.
Por el pueblo se notaba la emoción y el ajetreo de la llegada del joven príncipe, haciéndose más escandaloso cuando éste pisó el reino y avanzó con calma para llegar al castillo.
El reino Uraraka vio por primera vez el rostro del sucesor de Enji Todoroki. Éste con su semblante imponente e inexpresivo, ignoró todos los llamados de las jovenzuelas que intentaban obtener su atención, entre tantas otras personas.
Quería terminar esta tontería de una vez por todas y volver a lo suyo sin más. Pensar en todo lo que vendría a continuación, representaba un dolor de cabeza asegurado para él.
Antes de que se diera cuenta, ya se encontraba a las puertas del castillo y en su resignación, alzó la vista para observar a los líderes y a su futura esposa.
Ambos, por primera vez, cruzaron sus miradas.
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Fairy tales [Todoroki x Lectora]
أدب الهواةDesde tiempos antiguos, las princesas desde pequeñas soñaban con tener un hermoso final feliz y vivían por esa esperanza de algún día tenerlo pero... a pesar de este engaño, ¿tendrá un final feliz? →Personajes pertenecen a Kōhei Horikoshi. La trama...