—¡Adiós, Dal! —gritaron Ali y Julien desde el auto mientras yo entraba a casa, alcé la mano y me despedí, habíamos estado bebiendo.
Estaba un poco ebria.
Era viernes, y fuimos solo por unas bebidas que se volvieron más y más. Bailamos un poco y pedimos un auto para llevarnos a casa. Me había divertido, no sabía lo mucho que necesitaba divertirme hasta ahora.
Me giré para abrir la puerta de mi casa, pero tropecé con la alfombra de la entrada, reí tapando mí boca con la mano. Metí las llaves en la puerta, era bastante tarde y mi casa estaba en total silencio, entré con mucho cuidado y fui hasta mi habitación. Me lancé sobre mi cama, eran pasadas las 12 de la noche y estaba demasiado cansada como para cambiarme, así que sin más caí en un profundo sueño.
**-**
Me desperté asustada, aún estaba oscuro, tomé mi teléfono y eran cerca de las 3: 30 am, tenía la boca seca así que me levanté y bajé por las escaleras hasta la cocina. Tome un vaso de la alacena y lo llené con agua. Aún estaba muy somnolienta así que se me resbaló el vaso de las manos y se derramó un poco de líquido en el suelo.
—¡Demonios!—maldecí en voz baja.
Tomé papel y lo puse en el suelo, lo estaba limpiando cuando escuché que golpeaban la puerta trasera de la cocina, di un respingo.
¿Quién podría estar golpeando la puerta a esta hora?
No la iba a abrir, pero luego pensé y ¿si es alguien que necesita ayuda?
Me acerqué lentamente y pregunté.
—¿Quién es? —nadie respondió.
Sentí que mi corazón se acelera poco a poco, quizá es porque aún estoy algo adormitada. Sacudí la cabeza y gire para irme, pero golpearon de nuevo, me detuve en seco y mire a la puerta.
Trague duro.
—¿Quién está ahí? —nada—Si no responde voy a llamar a la policía—amenacé.
—¡No! ...no lo hagas, por favor—respondió una voz— soy yo, Dalia.
No, no, no, no.
Mi respiración se cortó y mis latidos aumentaron.
—M-Michael—se me entrecorta la voz—¿Que-que haces aquí? ¿M-me estas espiando?— dije con un hilo de voz.
—¡No¡, ¡Demonios! —silencio—. Lo siento, e-estoy algo alterado solo vine a disculparme, Dalia, ¿podrías abrir? Solo quiero hablar.
—No—aclaré mi garganta, pero no sirvió de mucho— E-es mejor que te vayas.
—Dalia, por favor—suplico—, no voy a hacerte daño.
—Vete, Michael—dije con voz firme—. Tienes una orden de alejamiento, es mejor que...
—Por favor, no te haré nada solo quiero disculparme.
—No es necesario—tome aire—, solo vete. Por favor.
—Dal, solo quiero disculparme y te juro que me iré. No te molestaré más.
Era demasiado arriesgado, pero no podía dejarlo afuera. Llovía demasiado y si necesitaba ayuda solo debía gritar. Así que tomé un cuchillo pequeño, y lo puse detrás de mi espalda, abrí lentamente la puerta, dejando solo un espacio para verlo.
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Sitael
Paranormal- ¿Porque no puedo ver tu cara o tu pies?- preguntó enarcando una ceja. -Nadie es digno de admirar mi belleza más que mi creador.