De la prueba de Víctor

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Víctor siempre fue considerado un niño afortunado, había nacido en un seno familiar adinerado, y con ese simple hecho ya se decía que seguro era feliz, no tenía que pasar hambre o frio como muchos niños de su edad que vivían en las calles sobreviviendo día con día.

Y aunque debería ser feliz no lo era, su madre era una mujer demasiado estricta, su padre prefería no inmiscuirse en la educación que dictaba la mujer, con solo cinco años ya había empezado a tomar clases de etiqueta, política y esgrima, era severamente castigado cada vez que fallaba o se comportaba de forma infantil frente a la sociedad.

Cuando se presento como un alfa, las cosas empeoraron, debía esforzarse el doble, hacer todo perfecto, no podía salir a jugar y tenía prohibido llorar, bajo la consigna de que era un alfa y solo por eso debía de tener una actitud impecable, "ser perfecto".

Vivió toda su vida de esa forma, hasta que se revelo por primera vez, no quería casarse con alguien que habían escogido para él, sabía que su opinión no importaba, pero algo le decía que no era correcto obedecer.

Solo tenia un amigo, que era todo lo contrario a él, era amado por su familia, lo habían criado de forma estricta pero cariñosa, y estaba también en edad casadera, le había comentado que iría a buscar una oportunidad para escoger a su pareja en un templo de protección a omegas, aun con muchas dudas, y por qué negarlo con mucho miedo de desobedecer, decidió escapar para acompañarlo, sorprendentemente el viaje fue mas duro de lo que había pensado y ni que decir de los incontables filtros para acceder a ser aspirante, pero cuando por fin ambos fueron aceptados entraron a ese hermoso lugar con bellos omegas, recorrieron varios templos sin encontrar a alguien que les llamara la atención, y entonces a punto de rendirse por fin lo encontró.

Supo que ese chico era su destino, cuando lo conoció fue cautivado por los ojos avellanas y la calidez que trasmitían, le parecía increíble que solo en un momento lo supiera, no era el omega mas llamativo de entre todos los que le habían rodeado, pero algo le decía que era el indicado. Cuando por fin pudo conocerlo más, en un segundo supo que no quería separarse de ese chico, por primera vez sonrió genuinamente y también fue la primera vez que podía mostrarse como era en realidad, al omega no le molesto su actuar infantil y a veces juguetón, parecía disfrutar viéndolo sonreír.

El día que debía partir para realizar su prueba y obtener el permiso de enlace con Yuuri se sintió atemorizado, tal vez para muchos su prueba era la mas sencilla que cualquiera podría tener, pero para el era todo un reto, su prueba era: la liberación y aceptación.

Con cada paso que daba acercándose a su casa sentía una opresión constante en el pecho, debía enfrentar a sus padres, decirles que haría una vida con el omega que había escogido y que esperaba que estuvieran felices por él.

Lo repaso en su mente infinidad de veces, pero cuando por fin entro por aquella puerta se sorprendió de encontrar a la mujer que era su "prometida" sentada élegamente en la sala de estar, su madre apareció en seguida ni siquiera tuvo oportunidad de decir una palabra cuando fue bombardeado por fechas y nombres de invitados para la boda, ya que por fin había decidido regresar diciéndole que estaba perdonado.

-madre necesitamos hablar-pidió tratando de conservar su tranquilidad

-hablemos entonces-dijo la mujer altiva sentándose

-debe ser en privado es algo, algo que tengo que decirte

-aquí esta tu futura esposa, no deberías empezar a tener secretos, esa es la base de un buen matrimonio

Se armó de valor, pensó en la sonrisa cálida de Yuuri y los besos para la suerte que le había dado, no podía arrepentirse.

-no me casare con esa mujer, venia a informarles que he decidido casarme con un omega que conocí

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