Cuando volví del baño observo a Mateo con el ceño fruncido.
—¿Pasó algo?- pregunto sentandome mientras agarro una galletita de la mesa, me miras raro y me señalas el celular.
—¿Qué pasó con todas nuestras fotos que teníamos en tu galería?- cuestionaste y ahí caí en cuenta de que había dejado prendido el celular justo en esa aplicación.Me miras con tristeza, sabes que algo anda mal.
Hay que vaciar la memoria para llenarla con nuevos recuerdos, empezar de cero, alejados.
—Las borré sin querer la otra vez cuando estaba acostada en la cama y se me calló el celular en la cara, se borró toda la carpeta, igual están en Google fotos- respondo tratando de que mi mentira fuera creible, al parecer te pareció coherente ya que solo acentiste.
—Igual, ¿qué hacías revisando mi celular?- pregunto cruzándome de brazos mirándote fijamente. Te rascaste la nuca nervioso mientras hacías una mueca.
—Ay Guada, no pienses mal de mí, solo lo vi prendido y como estaba abierto quise volver a ver las fotos- explica y me siento tan estupida, yo sé que él no es ese tipo de chicos controladores. Ya dije que merece algo mejor que yo.Seguimos merendando mientras cada uno está en la suya, yo estoy hablando con una amiga por WhatsApp hasta que me suena una notificación y cuando veo quien es, recibo un mensaje de él.
ale: hola linda, te parece vernos hoy a la noche?
Suelto un suspiro decepcionado de mí, Mateo, no me obligues a hacerlo. No quiero convertirme en lo que siempre odié.
yo: dale a las 11 pasa por casa.
Ya no puedo Teo, ya no puedo.