A la hora acordada, Alejo se estacionó frente a la puerta de mi casa, y después de avisarle a mi mamá que saldría, abrí la puerta.
—Hola linda- saludó con una sonrisa, le di un beso en la mejilla y subí a su auto. Hoy iba vestida con un short negro engomado y un top violeta oscuro, pero él no se quedaba atrás.
—Che, ¿no estarás muy lindo vos?- dije mordiendo mi labio mientras lo miraba.
Él soltó una risita y me respondió:
—Cuando se trata de vos me arreglo más.Cuando entramos al boliche pude ver que estaba explotado de gente, y obvio si era viernes a la noche. Agarré la mano de Alejo y lo llevé hacia el centro de la pista pasando por las distintas personas.
Cuando encontramos un lugar empezamos a bailar muy pegados la canción "Bellaquita", era una de mis favoritas y me re inspiraba para moverme. Su cuerpo quedó pegado a mi espalda y sientia como me la apoyaba, se que está mal esto, pero sigo bailando.
Cambió la canción y cambiamos de posiciones, pecho con pecho, la música retumbaba mis oidos, tenía un mal presentimiento, mi pecho se encogió pero igual finjí una sonrisa cuando él me habló.
—Voy a buscar unos tragos- avisó y se perdió entre la gente.Tres segundos después sentí dos toques en mi hombro, cuando me di vuelta vi lo que menos esperaba, Mateo llorando.
Su mirada transmitía decepción, tristeza, traición, mierda, hasta pude ver su corazón roto. Solo negó con la cabeza y se fue corriendo del lugar.
Cerré los ojos con fuerza, Mateo, ¿te sigo o no? Yo ya no quería bailar con el mismo hombre, pero odio lastimarte.Antes de que se me haga más tarde, corrí en su búsqueda, no lo vi, no lo encontré, éramos dos almas perdidas. Caminé dos cuadras más hasta llegar a una plaza, el viento golpeaba mi cara y me arrepentía de la ropa corta que traía. Ahí lo encontré, sentado en un banco con las manos cubriendo su rostro, decidí acercarme y pude descifrar que lloraba. Soy pura mierda.—Mateo...— susurré.
Me miró destrozado.
—¿Por qué me hiciste esto, Guadalupe?— ay, Mateo, solo los tontos se quedan cuando el amor se va.