Bailaba al compás de la música junto a mis amigas perreando hasta abajo sin importarnos nada. Hacia mucho calor y más en este boliche donde se encontraban muchas personas, pero eso no fue obstáculo para seguir disfrutando.
—Chicas, voy al baño — les avisé gritando entre la música para que supieran, luego de que me dieran el okey de que escucharon, fui pasando entre la gente hasta llegar a mi destino, la verdad que mi vejiga explotaba. Después de hacer mis necesidades y de mirarme al espejo comprobando de que me viera genial, salí del baño, pero me encontré con una escena horrible.
Mateo, mi ex que no veía hace un año, estaba llorando y vomitando en un tacho de basura. Me intrigaba que fue lo que lo llevó a estar así, vi que ninguno de sus amigos estaba a su al rededor, asi que fui a ayudarlo.
—Mateo...— le dije cuando ya estuve al lado de él, confundido giró su cabeza hacia mi y se quedó con los ojos abiertos como platos y, al segundo, se largó a llorar peor. Me desesperé, traté de agarrarlo por los hombros y llevarlo al baño para limpiarlo un poco. Cuando vio mi intención no hizo nada para impedirlo así que puso un poco de voluntad.
—¿Se puede saber qué mierda te pasó?— cuestioné mientras le limpiaba la cara. Mateo tenía la mirada perdida por el pedo que tenía y sus mambos.
—¿Por qué siempre me dejan, Guada? ¿Qué es lo que no tengo que los demás si?– habló por primera vez en un tono destrozado, ni conmigo lo vi tan afectado.
—¿Qué decís, Mateo? Sos re buen pibe, no se que te habrá pasado pero si es lo que me imagino, entonces esa piba seguro no era la indicada – le dije ahora mirándolo bien a los ojos, estaban llorosos, me destrozaba a mi también porque por más que ya no estemos juntos yo lo quería y le tenía tremendo cariño. No aguanté y lo abracé, sé que lo necesitaba porque correspondió al instante y apoyó su cabeza en mi hombro. Lo escuché sollozar de nuevo, entonces pasé mi mano por su espalda, se me encogia el corazón verlo así.
—No puedo tener tanta mala suerte en el amor Guada, la tercer chica con la que salgo y me vuelven a cagar— confesó con su voz rota. En ese momento me sentí súper culpable por haberle hecho... eso que hice cuando estábamos juntos.
—No se que es lo que hago mal— murmuró separándonos. Pasé mis dedos eliminando cual rastro de lágrimas. Él no se merecía esto, Mateo merecía alguien que lo ame de igual forma que él. Era ese tipo de chico que ama con todo su corazón y siempre iba a dar lo mejor de sí mismo.
—Sos muy bueno Teo, ¿sabes lo que pasa?– lo agarré de los lados de su rostro para que me preste toda su atención —Tu gran defecto es que te quedas cuando el amor ya se fue—le expliqué a lo que él hizo un puchero.— Sos tan lindo y tan buena persona, pero en la vida te vas a encontrar a sujetos no tan agradables y con las mismas intenciones que vos. Por favor, cuida tu corazón, vale oro. Yo no lo merecía y por eso te lo dejé claro ese día, vas a ver que sin que busques nada, va a llegar la indicada— terminé de decirle. Le di un beso en la frente y lo volví a abrazar.