Fictober XiYao

Pijama

Pijama

Post Canon / MPreg

El sonido de un "pop" quebranta la quietud del pabellón. Al instante, unos balbuceos ininteligibles le siguen, esos balbuceos emergen de un bulto envuelto en tela blanca que yace en sus brazos. Jin Guangyao inclina la cabeza un poco hacia adelante, divisando la primera imagen que lo saluda: una sonrisa sin dientes, más unos ojos brillantes de color pardo.

Casi al momento, él también delinea una mueca similar; con eso pareciera que la otra se amplía un poco más. Podría decirse que es casi parecida, sólo que, en las comisuras, se asemeja a la de su otro padre.

Unas manos pequeñas se alzan acuñando la barbilla. Jin Guangyao agranda la sonrisa en los bordes.

—¿Ya te saciaste?

El balbuceo ininteligible se eleva unas cuantas notas. Jin Guangyao decide acercar sus pequeños labios al pezón rosáceo aún hinchado y goteante de leche materna, pero pronto Rusong gorgojea, girando la cabeza, emitiendo un sonido berrinchudo. Pues sí, ya está saciado. Con lentitud, oculta aquella sección de su torso con el pijama de seda que hasta ese momento mantuvo a la altura de sus antebrazos.

Debidamente adecentado, Jin Guangyao comienza a removerse en su asiento sobre el cojín que yace frente al ventanal de su pabellón privado. La brisa fría oscila lenta, parsimoniosa, emitiendo silbidos suaves, nocturnos. La luna se alza con brío en el firmamento añil sin estrellas, otorgándole un fulgor que ilumina su recinto en tenues rayos ambarinos.

La linterna naranja a su costado derecho ubicada justo sobre la pared crepita, moribunda, anunciando los últimos vestigios de su poder. Eso le indica a Jin Guangyao que el Si Shi ya está a punto de culminar, siendo la segunda comida que Rusong ingiere en la noche. Una vez que se duerma, sabe que no lo despertará en al menos en unas cuatro horas.

Rusong emite un bostezo quedo, comenzando a balbucear silencioso. Los ojos pardos brillan unos segundos hasta que comienzan a perder fulgor con lentitud, sus párpados revoloteando al compás con suavidad y sus puños juntándose a la altura de su pequeño pecho. Cierra los ojos, se inclina en el recoveco de su torso, enterrando su rostro adormecido en busca de la calidez del hombre que lo procreó.

Para terminar de dormirlo, Jin Guangyao comienza a tararear con suavidad una dulce tonada, cuando atiende cómo la puerta tras él se desliza hasta abrirse, ejecutándose la misma acción al segundo, cerrándose en un siseo manso.

Sabe quién es: la única persona que tiene permitido ingresar a sus pabellones a altas horas de la noche.

—A-Yao —susurra su esposo, Lan Xichen.

Jin Guangyao no responde, continúa entonando la dulce melodía para dormir a su hijo que aún sigue parpadeando, sutil. Tras él, percibe a Lan Xichen caminando con cuidado hasta llegar a su espalda donde se hinca sobre sus rodillas, conectando su torso con su espalda, pasando el mentón por uno de los costados de su rostro, dejándolo reposar en el recoveco de este, para así aprovechar de contemplar lo que tiene envuelto entre sus brazos.

—No me canso de verlo —continúa susurrando, maravillado—. Se parece tanto a ti.

Esboza una suave sonrisa, contemplando el semblante ya dormido de Rusong.

—No hables muy alto, está dormido —murmura en voz baja. Lan Xichen besa su mejilla con suavidad, apartándose, para darle la oportunidad a Jin Guangyao de incorporarse con cuidado y no despertar al bulto en sus brazos.

Camina hasta el fondo, justo al costado de la cama matrimonial, hay una pequeña cuna con diseños de peonías superponiéndose en la superficie de la madera. En teoría, Rusong debería tener su propio pabellón como heredero, pero Jin Guangyao es primerizo y apenas ha transcurrido seis meses desde su concepción. Por el momento, se encuentra reacio a separarse de su vástago.