1. UN DÍA COMO TODOS.

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Aquí estoy yo, sentada en el sofá de la sala. Viendo la Tv como de costumbre, llevo ya dos años en mi carrera y para no aburrirme trabajo por la tardes en una cafetería; no es cosa del otro mundo, pero, para mantenerme ocupada y para no estar sin ocio es lo mejor. Solo trabajo de lunes a sábado por lo que hoy domingo estoy sin hacer nada.

¿Qué puedo hacer un día como hoy? ¿Ir al super mercado para comprar cosas que necesite en cocina? O ¿Por qué no hacer galletas? Amo hacer postres, así aprovecho de llevarle unas a mi madre y a mi hermano, ¡Lo he decidido! Eso haré.

Me levante del sofá para ir a por lo que necesitaba, las llaves de mi apartamento y la cartera, ¿Por qué imagina que se me olvide la tarjeta para pagar? Sería vergonzoso. Lo bueno es que el mercado no quedaba tan lejos. Mientras cerraba la puerta del apartamento vi que la vecina de enfrente también salía, ella enseguida noto que yo saldría.

-Hola, mi pequeña Lil ¿Hacia dónde te diriges? - Como era de costumbre, la señora Samantha me llamaba Lil, fue un apodo con el que ella me bautizo, ya todos del edifico me llamaban así.

-Hola, mamá Sam - Es como todos la llamábamos, le he tomado mucho cariño desde que vivo aquí, es como si fuese mi otra mama – Voy al super mercado ¿Y tú a dónde vas?

- ¡Genial! Yo también voy al super, necesito hacer unas compras ¿Por qué no vamos juntas?- le sonreí, por lo menos no iría sola hacer las compras, su compañía me agradaba.

-Me parece perfecto, mamá Sam – me coloque a su lado y nos fuimos juntas.

Con mamá Sam nunca te aburrirías, siempre tiene algo que contar, ella ya era una señora mayor, transmitía lo que era la tranquilidad y era como que siempre tiene ese aire de madre. Sus hijos la visitaban muy poco, pero como en el edificio habíamos varios jóvenes ella nos decía que éramos sus hijos, y así la queríamos todos, como si fuese nuestra otra mamá, le queríamos muchísimo.

Ya estábamos bastante cerca del super mercado. Cuando estábamos por entrar nos encontramos con Nando, se llamaba Fernando, pero le decíamos Nando de cariño. El vivía también en el edificio uno de los hijos adoptivos de Samantha.

-Pero miren a quien me he encontrado- Nos miraba a las dos, nosotras solo sonreíamos, así era él, muy animado y divertido, siempre salía con alguna ocurrencia- A mamá Sam y a Liana – a veces me decía así o arañita, nunca supe porque, yo solo le saque la lengua como cualquier niña pequeña.

- No me digas Liana, tono - Me cruce de brazos y el solo se comenzó a reír de mi. No pude evitar unirme, su risa era muy contagiosa.

- Nandito ¿Qué haces por aquí?- Mama Sam le pregunta, siempre me da risa cuando Sam le dice a Fernando Nandito- No me digas que estás trabajando hoy- Me estaba riendo del apodo que le tenía Sam a Nando y él me miraba mal.

-De hecho si, mama Sam, hoy me llamaron para trabajar porque uno de los empleados enfermó y como estaba disponible yo acepte en venir- El padre de Fernando era el dueño del súper mercado, pero él quería trabajar como cualquier chico y ganar todo por su cuenta.- Pequeña arañita, ¿vienes a comprar tu también?- Voltee los ojos y el solo sonreía, le gustaba molestarme.

-No, vengo a matar a todos los que están acá, comenzando por ti- él seguía riendo y yo le di un golpe en el hombro- ¡Claro que vengo a comprar, tonto! Además deja de reírte no tengo un payaso en el rostro.

-No puedo evitarlo, arañita, tus respuestas siempre me dan risa- medio un golpecito como yo lo había hecho con el- vamos adentrándonos, parecemos locos estando en la entrada- entonces el comenzó a caminar con mama Sam a su lado.

¿Por que?Where stories live. Discover now