♥ Capítulo 7 ♥

55 2 16
                                    

-maratón 1/3-

-Espera, ¿A dónde crees que vas?— resopló el chico que me alcanzaba con facilidad al caminar detrás de mí al tratar de entrar a casa.
-Buenas noches, Sebastián— reí. Era suficiente de tonterías. Habíamos pasado la tarde entera juntos y finalmente llegaba el momento de sentir la duda atormentarme.
¿Qué estaba haciendo? Ese chico estaba invadiendo mi vida, no podía permitirlo... ¿Pero cómo negarme?
-Espera un rato más— insistió.
Me acorraló contra su automóvil y me besó en los labios.
¡Maldito seas!

Le seguí el beso sin poder resistirme en absoluto, pero intentaba terminar con eso rápido.
Nunca antes permití que un tipo que apenas conocía me llevara a casa y menos permití que me besara antes de marcharse, como si se tratara de un estúpido cuento de hadas.
Ni pensarlo. Ese tipo estaba buscando algo más y lo sabía bien.
Sebastián no quería dejarme en el pasado como un romance casual, quería conocerme otro poco y eso me atormentaba.
No quería involucrar sentimientos con una persona que conocí en el bar, eso sería desastroso. Sabía que los hombres de confianza no se encontraban en esos lugares, y también sabía que disfrutaba del libertinaje de mi soltería, así que no deseaba nada formal por ahora.
Pero era difícil explicarle esto cuando mantenía tan ocupados mis labios.

Tomó mis manos y las subió hasta su nuca, invitándome a tocarlo. Luego llevó las suyas a mi cintura y me sacó un pequeño jadeo al apretar con tanta pasión, estrujándome contra su cuerpo y elevándome para sentarme en el capirote del auto.

-Es tiempo de decir adiós— le recordé con un tono melodramático y me encantaba escucharlo reír. Tenía una risa adorable, sumamente cómica.
Pausamos un momento nuestro beso y suspiré, bajando un poco la cabeza y apoyando las manos en su pecho en un patético esfuerzo por apartarlo, pero él era bastante obstinado.
-¿Cuál es la prisa, vida?— susurró y lo miré contrariada por la forma en que me había nombrado.
Debía relajarse pronto o yo terminaría huyendo del país.
-Vas tan rápido— confesé con un murmullo y su expresión fácil se mantuvo neutra mientras acariciaba mis piernas que lentamente afianzaba a su cintura.
-Puedo ir más lento si quieres— me dijo con un tono suave que estremeció mi piel y por un segundo creí que fue capaz de notarlo porque estiró una pequeña sonrisa y después deslizo la punta de su nariz a mi mejilla, dejando un par de besos húmedos ahí y algunos más en mi cuello antes de volver a mi boca— soy un poco ingenuo, pero puedes decirme lo que sea, si te hago sentir incomoda, solo dímelo— aseguró pero no podía decir que estaba del todo incomoda. La forma en que me besaba me parecía deliciosa.
Su lengua intentó abrirse paso y yo traté de impedirlo, pero me resultaba casi imposible.
El chico succionó mi labio inferior y de esa forma me sedujo fácilmente, causando que cediera de forma inmediata.
Abrí ligeramente mi boca, tan solo lo suficiente para que él pudiera acceder y volverme loca con el juego ardiente de su lengua.
Ladeé la cabeza junto con él y el cosquilleo en mi estómago crecía considerablemente por sentirle acomodarse entre mis piernas.
-Salgamos mañana— rogó entre besos.
-Estaré ocupada— mentí y él parecía leerme la mente.
-Vamos, quiero verte, me gustas mucho— se quejó, bajando a besos a mi cuello y suspiré, sintiendo mí derrota.
¡Hijo de puta! No podía continuar manipulándome. Abrí los ojos y miré las estrellas mientras él devoraba mi cuello con alocados besos— Voy a soñar esta noche con tu perfume, preciosa. Hueles delicioso— ronroneó y ahogué un tímido gemido contra su hombro. Deslicé las manos hasta su abdomen, se sentía fuerte ahí y no pude evitar palpar con curiosidad mientras el respiraba cadencioso, disfrutando la manera en que lo tocaba.
Suspiró contra mi oído y volvió a buscar mis labios.
Le permití dejar un último beso ahí y finalmente lo aparté.
-Veámonos el viernes— insistí por esperar el plazo de unos días. Suficiente tiempo para que yo pudiera pensar en todo eso que estaba ocurriendo entre nosotros.
Sebastián aceptó sin más quejas y me dejó partir, pero el tiempo no sería complaciente conmigo.

Desee golpearme a mí misma por todas las veces en que pensé en él durante el siguiente día.
Esperé con ansias algún mensaje suyo y temí haberlo perdido al no recibirlo.
Mi curiosidad masoquista me hizo ceder por la tarde, al salir del colegio, cuando decidí ser yo quien diera la iniciativa.

«Hola. Espero que estés teniendo un lindo día.»

- Señales del tiempo- [Ruel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora