¿podré medir esta melancolía
con la magnitud de la sombra del sol?
sin recordar la sed,
me encerré en círculos
azules pensando en la
lluvia antes de caer
y toqué sus facciones
húmedas, imaginando
sus labios como puestas
de sol y su rostro mañana.
me hallé en un borde
gris perla de mar y
para los ángeles difuntos,
incubé canciones
que se acoplaban
al modo en que sus
alas color de cidra aleteaban
en vientos nebulosos lejanos.
quise unir mi voz con la
pálida luz entre las colinas
y hacer un himno de cristales iridiscentes que llegaran a oídos
de un Dios dormido en sauces
hace milenios.
he urdido sueños en mis ojos
con pupilas de lunas negrísimas,
me asomé a ver mi
rostro en concha pálida
sudando rocío y conjuros
de un demonio folclórico
perdido en un país oculto.
fui testigo de cómo mis beldades ardían todas en el fondo del pozo
y mi Venus con verdor del Edén
apagaba su núcleo ardiente,
pero antes de que el peso
de aquellas colinas
de piedras la triturase
hasta convertirla en mera
arenisca de cuarzo,
ella dio media vuelta.
