20. ─ ᴛʜᴇ ɢᴏᴏᴅʙʏᴇ

668 88 55
                                    

Una sonrisa se formó en mis labios al sentir la brisa del viento abrazar mi cuerpo delicadamente. La luz del sol por la mañana golpeó mi rostro iluminándolo con su bello color anaranjado. Podía lucir tranquila por fuera pero por dentro estaba tan emocionada que estaba por dar pequeños saltos de la felicidad.

Así que así es como se sentía salir de prisión. No fueron mis mejores años pero fue mejor de lo que pensaba.

Los últimos años en Detroit transcurrieron de lo más normal, estaba aparentemente tranquilo, pero la noticia de la muerte de Markus Manfred provocó inquietud e indignación en la comunidad androide y uno que otro fanático humano. Hubieron huelgas para exigir su justicia, y la obtuvieron de una manera tan vaga, ¿cómo le iban a explicar a los androides que aquel símbolo de paz que tenían en un pedestal resultó ser lo peor?. A pesar de todo, Markus había hecho algo bueno para su gente, así que únicamente somos pocos los que saben la verdad. Una verdad que nunca saldrá a la luz para dejar una buena imagen de él.

Debido a su fallecimiento se hizo un monumento a su memoria, era sencillo pero Markus tenía un lugar en donde ser recordado.

La muerte de Caleb pasó tan desapercibida que ya nadie se acordaba de él. Connor se había asegurado de haberse desecho de todo rastro de su existencia, la de él y la de Amanda. Tiempo después de lo ocurrido, el caso de Simon finalmente fue cerrado, no hubo ningún arrestado a excepción de mi, donde me declaré culpable, además, estaba saldando la deuda de todos aquellos androides a los que les arrebate la vida.

Quizás si Elijah me hubiese deslindado de aquel rastreador que llevaba encima, ahora mismo estaría muerta junto a Caleb. Nunca entendí porque no hizo lo que se le había pedido, casi parecía saber lo que iba a pasar, sin embargo, él había mencionado no saber nada de aquello.

Al fin y al cabo, un tipo raro.

─Señorita Manfred.

Sonreí como nunca antes lo había hecho. Había pasado tan solo una semana desde la última vez que escuché su voz pero una semana era más que suficiente para extrañarlo.

─Connor… ─solté una risa débil─ Estás aquí.

─¡Por supuesto que estoy aquí! ─exclamó bastante ofendido─ ¡eres la mujer que más amo en este mundo! ¿¡por quien me tomas!?.

─Oh, Connor… ─dije, un poco avergonzada.

─Además ─se quitó las gafas de sol─, eres mi esposa, déjame tratarte por lo que eres.

─Aún no somos esposos… ─oculté parte de mi rostro con ayuda de mi mano para ocultar lo ruborizada que estaba.

Era un poco gracioso recordar la manera tan bonita, pero a su vez tan desastrosa, en la que me pidió matrimonio. Visita a la cárcel, esconder un pequeño pedazo de metal para burlar a los oficiales, un intento fallido, ser arrestado allí mismo y interrogado para que al final, resultase ser un anillo indefenso de compromiso.

Fue un infierno para él aclarar las cosas y lograr zafarse de ese asunto, sin embargo, su placa de teniente le ayudó demasiado.

─Hey, pero pronto lo seremos ─soltó una risa bastante dulce mientras se acercaba a mi─, ¿no estás emocionada por ello?.

─Claro que lo estoy ─respondí entrelazando mis manos con las suyas.

Podía haber estado en la cárcel pero gracias a Connor tuve un ligero seguimiento de lo que sucedió con todo lo relacionado al caso de Simon. Respecto al cuerpo de Markus, Connor le hizo un entierro digno junto a Simon, cosa que yo solicité; pues a pesar de lo sucedido en los últimos años sé que ambos se tuvieron el uno al otro en tiempos difíciles, cuando eran amigos. Como debía de ser, uno cerca del otro.

Caso Danés; Connor | CORRIGIENDO |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora