capítulo 2

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Stiles

Si la casa se veía mal por fuera, por dentro era aún peor. Jamás había visto tantas telarañas en mi vida. Los muebles estaban cubiertos por una gruesa capa de polvo. Quitando eso, estaban en muy buen estado, y denotaban un gusto exquisito por parte de sus dueños originales, además de un poder adquisitivo.

La escalera crujía un poco a medida que subimos a conocer los pisos.

La casa contaba con cuatro dormitorios, uno de ellos matrimonial, dos baños, un altillo y una extensa cocina y comedor en el primer piso. En el primer piso también había una chimenea que aún funcionaba; el abogado y yo nos vimos forzados a encenderla a medida que la noche caía y el frío aumentaba.

Me dirigí a la cocina, donde tanto el abogado estaba sentado en la mesa de madera, esperándome para terminar el papeleo.

Recorrimos todos los documentos
exhaustivamente; el abogado me mostró la línea genealógica de los Hale, escrituras antiguas y documentos con el papel amarillento que probaban mi posesión legal de la mansión.

—Históricamente, esta casa le ha pertenecido a la familia Sharpe. Cuando su línea genealógica fue interrumpida, la mansión pasó a ser propiedad de los Hale, Ya que se mostraron interesados en la mansion. El menor de los Hale ha fallecido hace un par de años sin dejar herederos, y al estar usted interesado con la mansión, la casa le corresponde a usted por ley.

Poca atención le presté a sus palabras; una extraña sensación me embargaba desde que puse un pie dentro de ese lugar. Era como si la casa pudiese respirar, y yo era el único que podía oírla. Y, era algo que yo no podía explicar.

Una vez más, el abogado me saco de mi ensoñación. Y volví a la realidad, el abogado me estaba ofreciendo su pluma para que firme la escritura.

—Muy bien Señor Stiles….firme aquí y la casa ya es suya.—me dijo el abogado con un leve temblor en su voz.

la brisa helada se filtraba con facilidad por la casa. Yo parecía ser el único que no estaba incomodo allí, por alguna extraña razón me sentía en casa. Ni las telarañas, ni el moho, ni la humedad me amedrentaban. Una calidez mágica no me dejaba parar de sonreír.

—De acuerdo, ya terminamos aquí —el abogado dijo con un tono de alivio.

Se puso de pie y comenzó a guardar sus papeles en su maletín. —La verdad, es una propiedad hermosa. Una vez refaccionada es un muy buen lugar para vivir.

— Quiero que esta casa solo contenga amistad y amor y calidez.—comenté sonriendo

—Bueno, será mejor que nos pongamos en marcha —el hombre dijo luego de unos minutos de silencio incómodo. El frío viento aullaba afuera. —Ya es de noche, y es un largo viaje si va a conducir hasta la ciudad Señor.

—De hecho, me parece que lo más inteligente sería que pase la noche aquí.

Con un suspiro agarre la pluma y firme donde corresponde.

—Bueno me retiro, Señor Stiles. Bienvenido a la Cumbre Escarlata

— ¿Qué dijo?

—"La Cumbre Escarlata". Así la llaman. La arcilla roja y los minerales del suelo manchan la nieve. Se vuelve un rojo vivo. Por lo tanto: "Cumbre Escarlata". Suerte


[...]


Una vez solo, recorrí la mansión de nuevo. Parecía que yo era el único que podía apreciar la belleza de aquel lugar arrumbado. Recorría los antiguos muebles con las yemas de mis dedos, encantado por su textura.

Trataba de imaginar a las personas viviendo entre aquellas paredes; trabajando, durmiendo, comiendo, soñando a través de los siglos. ¿Cuántas cosas habían presenciado aquellas paredes ahora devoradas parcialmente por la humedad? ¿Cuantos siglos de felicidad y tristeza? ¿Cuántas vidas y cuántas muertes? Tan solo de pensarlo, un escalofrío me recorría y una sonrisa se curvaba en mis labios.

[...]


El viento aullaba con más fuerza afuera mientras yo me preparaba para dormir. Elegí la gran cama matrimonial a pesar de que iba a pasar la noche solo. Aunque algo me decía que yo no estaba solo en aquella mansión.

El colchón era increíblemente cómodo. La cama, a pesar de vieja, estaba limpia por haber estado cubierta con una gran tela blanca. Encontré unos cobertores pesados en el armario, y los utilicé para abrigarme. Olían a humedad, pero lograban protegerme a la perfección del frío nocturno.

Entre los crujidos de la casa y la suave lluvia de afuera, pronto me quedé
dormido....

....

Un extraño ruido me despertó; era un sonido de pisadas o tal vez gente corriendo. Cuando abrí los ojos, los rayos del sol entraban por el ventanal del dormitorio, y la suave brisa sacudía los cortinados impecablemente blancos. No había ni una pizca de polvo o de humedad en la habitación. Me incorporé de la cama, sorprendido de ver la casa tan limpia y ordenada.

—Seguramente estoy soñando —me dije a mi mismo mientras me ponía de pie. Me puse mis zapatos y salí del dormitorio. Contuve un jadeo cuando vi la casa completamente reformada; con los muebles relucientes de limpio y el olor a nuevo invadiendo el lugar.

Bajé las escaleras lentamente, siguiendo el sonido de las pisadas. Se hacía más fuerte a medida que yo descendía hacia la planta baja.

Cuando llegué al primer piso, descubrí el fantasma grisáceo de un hombre sentado en el sillón de la sala. Sus manos acariciaban el aire con una suavidad increíble, y por alguna razón, ese movimiento provocaba un dolor en mi pecho.

—Esta mi canción favorita…— el hombre me dijo, mientras empezaba a tararear una canción, su voz sonaba tan real, que mi pulso se aceleró al igual que mi miedo

El hombre alzó la vista hacia mí, sin dejar de tararear. Recién allí note como vestía; un pantalón de mezclilla, zapatos negros, y una camiseta azul.

—Es un sueño, es tan solo un sueño… —murmuré para mí mismo mientras
el aire comprimía mi pecho.

Los ojos del hombre se encontraron con los míos, viendolo fijamente, luego de eso el hombre se esfumó y mi corazón se detuvo. 

 

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