capítulo 3

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Stiles

Sentía mi propio pecho subir y bajar agitado

Subí rápidamente las escaleras y cerré de un portazo mi habitación, aún tenía la mirada baja y respiraba audiblemente.

Doy un paso a la habitación y me detengo inmediatamente:  hay un hombre en ella.

Un hombre misterioso cuyas manos acarician con suavidad la cama, y sonriendo con melancolía.

Mis rodillas temblaron mientras estudiaba su rostro; tenía unas facciones cuadradas y masculinas, pero al mismo tiempo increíblemente bellas. No podía creer que estaba admirando a un hombre de aquella manera. Tenía mi sexualidad muy clara, pero aquel hombre me hacía dudar de ella.

Sus manos parecían esculpidas en marfil; blancas con dedos largos y las venas azuladas a flor de piel. Sentí el impulso irrefrenable de deslizar las yemas de mis dedos sobre ellas. Pero no lo hice. En su lugar me quedé de pie frente al extraño, con mi corazón amenazando con estallar de mi pecho.

Me ordené a mí mismo despertarme. A veces hacía eso de niño cuando tenía pesadillas; me pelliscaba y luego despertaba en mi cama, sano y salva.

Pero esta vez no funcionaba.

Tal vez porque una parte de mí no quería despertar; la misma parte que se encontraba hechizado por aquel misterioso hombre y sus ojos verdes. Su cabello era azabache con una ligera barba , y ahora estaba caminando hacia mí. Era una figura bastante más alta que yo. Me sentía un hobbit.

"¡Despierta, despierta!" me decía a mí mismo entre dientes apretados y pelliscaba mi brazo

Pero la verdad era que no quería despertar; por alguna razón me sentía en casa. Por primera vez en mi vida, sentí que pertenecía a aquella casa.

—No estás soñando, Sti —el extraño me dijo mientras apoyaba su mano en mi mejilla. Su tacto me hizo estremecer, y un suspiro escapó de mi garganta.

Fue una sensación tan poderosa que me retorcí en la cama, gritando mientras despertaba. Una vez más, estaba lloviendo afuera y el dormitorio oscuro estaba cubierto de polvo y humedad.

—Fue solo un sueño—me dije a mi mismo sacudiendo la cabeza entre risas. Me recosté de nuevo en la cama, con mi cuerpo cubierto de sudor y mi corazón latiendo a mil por hora.

No podía creer que un sueño me había afectado tanto. Y ni siquiera había sido una pesadilla, tan solo un sueño raro sobre un tipo de otra época tal vez. Pero había algo en su mirada, algo que me había calado hasta el hueso. Era un asombroinfinito, devastador, que yo podía sentir como propio

Y cuando su mano había tocado mi mejilla se había sentido increíblemente vívido. Jamás había tenido un sueño tan realista. Incluso despierto en mi cama.

podía sentir el calor de su mano sobre mi piel, y el recuerdo de su tacto hizo yo me humedeciera bajo las sábanas.

—¿Que me está pasando? —me dije a mi mismo mientras los relámpagos tronaban afuera.

Estaba muy avergonzado de mi mismo.

[...]

Al día siguiente había parado de llover, y yo había tomado una decisión. Tomé un baño en la mansión y me vestí. No había ducha instalada, así que tuve que darme un baño en la gran tina. Las cañerías funcionaban bien; el agua salió un poco oscura al principio, pero al cabo de unos minutos salió tan cristalina como la del pequeño apartamento que solía tener.

No podía dejar de pensar en el hombre de mi sueño, en esas manos, en esos ojos. Estaba casi seguro que tan solo había sido un producto de mi imaginación exacerbada. Pero ¿de dónde podría yo haberme imaginado a alguien así?

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