SabiGiyuu Week 2020 - [KIMETSU NO YAIBA]

• Día 1 •

Día 1:
Infancia

Rasparse las rodillas era una completa basura. Y todo siempre terminaba siendo culpa de Shinobu.

¿Lo peor de todo? Giyuu no podía decirle mucho, ni tampoco devolverle el favor —y con favor se refería a que Shinobu le pateara en el hueco de las rodillas cada vez que había un desnivel en la calle para que tropezara—, ya que Shinobu era tres años menor.

Pero para ser una mocosa de cuatro años que llevaba una coleta adornada con un clip de mariposa, Shinobu podía ser bastante diabólica.

—¡Mira, hermana! —Shinobu rio divertida, señalando con un dedo pegajoso a Giyuu en el suelo y tironeando de Kanae, su hermana mayor, con la otra mano—. ¡Tomioka se cayó!

Kanae no se rio como lo hacía su hermanita, y Kanroji Mitsuri solo se tapaba la boca mientras chillaba por un doctor para que curara a Tomioka. Su camiseta de gatitos y fresas comenzaba a llenarse de mocos y lágrimas.

Iguro Obanai, vestido con una camisa a rayas demasiado anticuada para un niño, y Shinazugawa Sanemi, que llevaba una musculosa demasiado sucia y vieja, sí que se rieron a carcajadas.

—¡Shinobu! —regañó Kanae, que tenía la misma edad que todos ellos—. ¡No es gracioso! ¡Discúlpate con Tomioka!

—¡El bebito no sabe caminar! —se mofó Sanemi—. ¡Llamemos a su hermana para que lo rescate!

Shinobu frunció los labios, solo para terminar enseñándole la lengua al pobre y humillado Tomioka Giyuu en el suelo de la calle, con una rodilla sangrante y lagrimillas en los ojos.

La verdad es que no entendía muy bien por qué se juntaba con toda esa pandilla. No, sí lo sabía —fue Rengoku Kyojurou el que unió a todos esos niños que nada tenían que ver entre sí, y les dio la posibilidad de formar parte de algo más grande.

El problema es que el padre de Rengoku solía castigarlo a menudo por escaparse para hacer de justiciero: proteger a las niñas de los matones, o rescatar gatitos atrapados en árboles. No es como si aquello fuese una acción digna de castigo, al contrario...