Capítulo 8.

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Michael.
Me preocupaba dejar a Annika sola. Tenía miedo de que fuera atacada, pero ella tenía razón. No podíamos irnos sin los demás.
Corrí lo más rápido que pude. Escuchaba demasiados disparos y rugidos tenebrosos. Cada vez que pasaba por un pasillo, revisaba si alguna criatura no se encontraba merodeando por los alrededores. Para ser de mediana estatura eran peligrosas. Tan solo recordar su apariencia me ocasionaba asco.
Sus piernas eran muy distintas a la de nosotros. Con ellas podían brincar fácilmente cualquier lugar. Tenían piel de reptil y pequeños colmillos muy afilados. Su cola era pequeña, pero tan rápida como un látigo.
No puedo creer que esas criaturas fueran las causantes de este alboroto.
Pero, después de encontrar a Jane, buscaré a uno de los dos supervisores. Tenían que darme respuestas...

✖️

Me tiré al suelo al escuchar disparos cerca de mi ubicación. Habían varios monstruos por esos rumbos.
Salí del pasillo y volteé a varias direcciones, hasta que di con Jane.
Se encontraba debajo de una mesa de metal. Al igual que yo, estaba asustada.
— ¡Jane! — Exclamé aliviado al saber que estaba viva.
Me fui arrastrándome hacia ella, y de un fuerte jalón la saqué de su escondite.
— ¡Déjame, déjame ahí! — Dijo aterrada.
— ¡Tenemos que irnos, Jane. No puedo dejarte aquí! — Exclamé.
Ella estaba frenética. No parecía la vieja Jane revoltosa.
— Jordan tuvo mucha suerte. Ojalá lo hubiera seguido.
Ella cubrió su rostro con las manos tratando de ocultar sus lágrimas.
— Jordan nunca salió de aquí...
Jane volteó a verme impactada.
— Annika y yo encontramos sus restos. Lo siento.
Pude ver como ella jalaba su cabello. Estaba entrando en un estado de paranoia.
— ¡No puede ser! ¡Jordan! — Comenzó a gritar fuertemente.
La sujeté de sus brazos, pero no conseguía calmarla.
— ¡Tenemos que irnos, ahora! — Exclamé.
Por fin había conseguido que reaccionara, pero segundos después un guardaespaldas llegó con un monstruo encima de él.
Jane volteó a verme.
— Michael...— Murmuró con lágrimas en los ojos.
Del conducto de ventilación que yacía arriba de nosotros, salió una de esas criaturas, y la tomó de la cabeza. Comenzó a levantarla. Yo la sujeté de las piernas.
— ¡Michael, Michael! — Gritaba y gritaba.
— ¡No te soltaré! — Exclamé.
La dejaron caer, pero ella estaba gritando.
Le habían sacado los ojos.
Sentí un horrible revoltijo en el estómago. Provocó que cayera hacia atrás. No podía hacer nada para salvarla.
Una de las criaturas llegó y se abalanzó sobre ella, cayendo a su estómago. Comenzó a rasguñarla con sus enormes garras. Vi con la destripaban. Sus horribles gritos me provocaban pánico. Observé que a unos cuantos metros estaba una de las armas del guardaespaldas. Corrí hacia ella y la tomé.
Uno de los monstruos me vio y brincó a mi espalda, mordiendo mi hombro. Le disparé y cayó al suelo.
Corrí lo más rápido que pude. No sabia a donde ir, no sabia que hacer.
Varias criaturas comenzaron a seguirme. Eran rápidas.
Voltee y comencé a disparar, pero me percaté que inmediatamente se quedaron quietas. Se refugiaban de algo.
Limpié el sudor de mi frente, y a lo lejos pude observar la sombra de dos monstruos aproximarse.
Pero al verlos, lo único que hice fue quedarme paralizado. Solo sentía como mis brazos temblaban sin parar. No me obedecían.
Eran dos monstruos de casi dos metros de altura. No se comparaban con las pequeñas criaturas que nos atacaban.
Uno de ellos era casi un reptil. Tenía una enorme cola, un cuerpo humanoide lleno de escamas. Todo su cuerpo estaba definido. Sus músculos eran enormes. Sus garras de casi veinticinco centímetros me causaban terror, y sus enormes colmillos no se quedaron atrás.

Él otro monstruo era más distinto. Su cuerpo humanoide era más definido y musculoso que el anterior. Su cola más larga y delgada. Su cadera y piernas estaban cubiertas de pelo al igual que los brazos. Su cabello cubría casi todo su rostro. Pero lo que más llamó la atención fueron sus colmillos. No tenía labios ni mejillas, solo una hilera de enormes colmillos que llegaban casi a las orejas.
Mis piernas comenzaron a temblar. Me sentía acorralado, intimidado.
Él más grande dio un rugido estremecedor y salió corriendo del lugar. Como si estuviera buscando algo.
El reptil se quedó conmigo y me miró fijamente. Sostuve el arma fuertemente. Si iba a morir, que fuera peleando.
Con su enorme cola me dio un golpe que provocó que atravesara una pared vieja.
Caí sobre el escombro. El dolor era horrible, pero no evito que me levantara.
Alguien me tomó de la pierna y me escondió debajo de alguna sillas amontonadas.
— Quédate quieto. El olor de la sangre de mi camisa nos cubrirá.
Era el señor Charles, quién estaba herido.
El monstruo llegó al lugar, pero se fue al instante.
— ¿No es bello? — Él señaló un nido que estaba detrás de nosotros. Había un monstruo recostado allí.
— Es la hembra alpha. Está tomando un descanso. Pero pronto despertará — Murmuró sonriente.
— Necesito que me de una explicación, señor Charles.
Él comenzó a reír.
Perdí la paciencia. Lo tomé del cuello de la camisa y lo levanté, recargándolo en la pared.
— ¿Qué es todo esto? ¿Por que diablos nos trajeron aquí? — Pregunté agitado.
— ¿Qué no es obvio? Ustedes son la carnada. Una distracción para que podamos cumplir nuestro cometido.
Apreté su cuello y comenzó a toser.
— Dígame todo lo que sabe, o si no...
— O si no, ¿qué?, ¿me matarás? Créeme que en este lugar tendré eso y más — Interrumpió.
Me enfurecí. Pero él comenzó a verme.
— Vamos, Michael. Yo puedo hacerte millonario. Solo ayúdame a salir de esta.
Apreté más su cuello.
— Bueno, bueno. Si lo que quieres no es dinero. Entonces, yo puede hacerte indestructible. Serás el hombre más fuerte que el mundo puede tener. Serás casi un dios, Michael.
— Usted está loco — Dije molesto.
Lo solté, y coloqué mi arma detrás.
— Pero antes de irme, dígame lo que sabe.
Él se quedo sonriendo unos pocos segundos.
— Tu ganas. Veníamos  por el bebé de esa hembra alpha, y por los restos de un suero. Es todo lo que sé.
— ¿Bebé? —. Pregunté confundido.
Observé a la hembra, pero no vi ningún niño.
— Si yo no puedo completar la misión, Claire lo hará — Dijo con sangre en la boca.
— ¿Donde está ese niño? — Pregunté violentamente.
— Ese niño lo tiene la señorita Alexandra. Y si este plan falla. Ten por seguro que irán por ella.
Inmediatamente pensé en Annika. Ella está buscando a Alex en este momento.
— Será mejor que te apresures. Si no quieres ver a tus amiguitas en pedazos. — Dijo cínicamente.
Me levanté y corrí lo más rápido que pude.
< Annika, espera. Ya voy por ti >

Hola hola. Soy yo de nuevo. 🌚
Esta historia está a punto de terminar. Sé que no dio mucha información este capítulo, pero espero y lo hayan disfrutado.
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Proyecto 001  ◾️Historia corta (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora