El deseo inundó nuestros cuerpos, cada vez era más evidente lo excitada que estaba, era de esperarse, aquel hombre me volvía loca.
Se acercó a mis labios y empezó a besarme, lenta pero posesivamente, él sabe que soy solo suya, que no debe preocuparse de ningún otro hombre, de ninguna otra competencia.
Con una de sus manos empezó a recorrer mi cuello, bajo a mi pecho, continuo hasta mi abdomen, siguió y paro en una de mis piernas, la subió y con ella la bata que adornaba mi cuerpo. Sus manos frías hicieron estremecer mi cuerpo. Me besaba, me besaba tan apasionadamente, quito en un solo movimiento mi bata, quede totalmente vulnerable ante él, y él lo disfrutaba.
- mi pequeña, seguirás sin decirme nada?-
Me acerque a su oreja, y susurré: Hazme tuya otra vez.
Mordi suavemente el lóbulo de su oreja, gimió un poco de placer, desde ese momento él ya no se pudo contener. Arrebató de su cuerpo la camisilla blanca dejando su torso trabajado y muy marcado que tanto deseaba a la vista para mi total deleite, bajo su sudadera y luego sus bóxer, aquel semental sabia lo que deseaba, y en ese momento solo deseaba montarme, quito mis cacheteros de encaje, me.tomo de los muslos y me subió al mesón.
Sus besos iban desde mi cuello hasta mis pechos, lo unico que podía hacer era sostenerme para no caer, aquel hombre tenia todo el poder, toco un poco mi vagina, y luego procedió a entrar, sin miseria, sin mas ni mas, él así lo disfrutaba y yo aun mas, solo podía gemir y aferrarme a él, sentía su cuerpo hervir, sentia su miembro caliente dentro de mi, no era mágico, ni romántico, era solo sexo nada mas, sudabamos hasta mas no poder, mi cuerpo no podía mas con tanto placer, me bajo y coloco contra el meson mi rostro y volvió a entrar en mi, rápido, muy rápido, como a mi me gustaba, sentía cada vez mas cerca el climax, se aferro de mi muy fuertemente, dio un par de embestidas mas y ahí quedamos, congelados en este placer carnal.
-me encanta tenerte- dijo mientras recogía su ropa. - descansa, luego continuare con más- se dirigió a.su habitación y ahí me.dejo en la cocina, pensando todo lo que había hecho con él y con mi vida.
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Un deseo más.
Romancelo triste de todo es que ella cayó en la rutina de estar con él,aun sin tenerlo,de verlo,de quererlo,de tener que compartirlo yde amarlo en secreto,por que todo era "placer carnal" como ella valientemente se atrevía a clasificar tratando de ignorar...