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Advertencias: relación chicoxchico, cosas raras, palabras altisonantes, un poco de todo.

Jongwoon recordaba bien el día en que su mundo se había derrumbado por completo.

Había ocurrido trece años atrás, el quince de enero, luego de una nevada. Su Yoongi de tan sólo tres años lo había despertado esa mañana, riéndose y apuntando hacia fuera, diciendo que quería ir a la plaza para jugar con la nieve. Jongwoon recordaba estar un poco fastidiado porque no le gustaba el frío y no quería salir, pero Yoongi le puso esos ojitos de Gatito y no pudo negarse.

Ojalá se hubiera negado.

—Pero irás bien abrigado —le dijo mientras lo envolvía en capas y capas de ropa, picoteando sus mejillas coloradas—, no te vas a resfriar, Yoonie.

—¡No achu! —concedió Yoongi riendo—. ¿Amos con ma'? —preguntó poniéndose de pie algo tambaleante por el enorme abrigo que lo envolvía.

—No, príncipe, sólo los dos —le contestó tomándolo en brazos para bajar las escaleras. Una vez abajo, lo dejó en el suelo otra vez—. Venga, ve a despedirte de ella. Cuando volvamos, la comida ya estará lista.

Yoongi corrió a la cocina, feliz, y volvió segundos después, tomándole la mano con firmeza.

La manito de su bebé era pequeñita, suave, fácil de llevar. Jongwoon se arrepentía de no haberlo sostenido con más firmeza. De no haber sido un mejor padre.

Llegaron al parque quince minutos después, repleto de niños jugando en los columpios, los toboganes, el lugar lleno de gritos y risas, y Yoongi no tardó en correr hacia uno de los juegos, tratando de hacerse paso entre la multitud de niños y la nieve.

Jongwoon, por otro lado, fue a una de las bancas, sentándose y tratando de cerrar con más firmeza el abrigo alrededor de su delgado cuerpo.

—¡Paaaaa! —gritaba Yoongi desde el tobogán, queriendo llamar su atención—. ¡Ven, paaaaaa!

Jongwoon se arrepentía un montón de no haberlo tomado en cuenta. De haberlo ignorado. De prestar más atención a la conversación que inició con un amigo suyo que también llevó a sus hijos a jugar.

—¡Paaaaaaa! —la voz de Yoongi sonaba ahora enojada—. ¡Jueya conmigo, pa!

Jongwoon había sido el peor padre del mundo, y no era necesario que se lo dijeran para tenerlo claro. Taeyeon jamás se lo había dicho, pero él sabía que todo eso había sido sólo su culpa. Su negligencia.

Los siguientes siete años habían sido un infierno para Jongwoon.

Sólo se había dado cuenta de que la vocecita chillona de Yoongi no se oía cuando los hijos de su amigo lo llamaron luego de que uno se cayera en un juego, y Jongwoon se había girado hacia la multitud de niños, sus ojos escaneando en busca de su pequeño bebé.

Sin encontrarlo.

Pero había pensado que debía estar en la parte de los toboganes, esperando su turno para lanzarse a uno, y mientras se acercaba a ellos, su corazón latiendo a mil por hora, esperaba que el cuerpo de Yoongi apareciera. Jongwoon lo tomaría en brazos, lo elevaría en el aire y le llenaría el rostro de besos.

Yoongi no apareció.

Se había volteado, sudor en sus manos, sus ojos posándose en cada niño, como si por arte de magia uno de ellos se transformara en su Yoongi, pero no ocurrió nada. Yoongi no estaba.

Yoongi no apareció por siete años más. No hasta que recibieron el llamado de la policía, una noche de verano, mientras ambos veían televisión.

Muñequito de Porcelana [KookGi]Where stories live. Discover now