Quinto Día

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Profecía

—¿E-estarás bien yendo tú solo? —Namjoon había intentado impedir que Yoongi saliera, con cinco pretextos diferentes. Finalmente había decidido hablar con la verdad.

Yoongi no estaba contento ni con los pretextos ni con la verdad, así que rehuyó su mirada.

—Sí —contestó, en tono cansino.

—Pero… Pero mejor déjame acompañarte… —razonó Namjoon, intentando parecer casual. Yoongi colocó la punta de la lengua contra su mejilla izquierda, gesto que lo delataba cuando estaba molesto.

—No necesito un niñero, Namjoon. Soy mayor que tú —le recordó.

—No olvides que anoche estuviste muy enfermo —Namjoon había encontrado su tono autoritario, y se aferró a él porque sabía que no podía fallarle—. El médico dijo que podrías estar en un periodo de latencia y recaer por la tarde.

—Me siento bien, no fue para tanto —replicó Yoongi, pero lo lamentó de inmediato, porque ello dio pie a que Namjoon, con toda razón, lo desmintiera.

—¿“No fue para tanto”? Imaginaste a una especie de brujo durante tres días antes de “verlo morir” cayéndose desde el tercer piso de nuestro hostal —lo había dicho impulsivamente, pero fue obvio que al instante de terminar de decirlo, se arrepintió desesperadamente.

Yoongi sintió que todo el rostro, hasta las orejas, le ardieron en cuestión de segundos. Namjoon había retirado tan rápido la mirada que hizo a Yoongi sentirse todavía más avergonzado.

No podía comenzar ni a describir lo ridículo que se sentía.

—…Si te sientes mal, regresa rápido —murmuró Namjoon, y Yoongi se dio cuenta de que así iba a ser de ahora en adelante: Namjoon simplemente iba a fingir que no había pasado nada.

Yoongi no quiso ni imaginar lo que sería compartir una clase de secreto innombrable que les evitaría un momento bochornoso, día tras día, tras día, por el resto de sus vidas.

Y entonces Yoongi deseó, una vez más en su existencia, ser extrovertido, para poder sacudirse asuntos así, sin la menor afectación. Para poder burlarse de sí mismo y reírse con Namjoon sobre su fantasía alocada, en lugar de avergonzarse de ella y desear ser una tortuga o algo así, para ocultarse del mundo dentro de sí mismo.

Pero no dijo más nada, y salió de la habitación del hostal tras afirmar con la cabeza como toda respuesta.

Salir de allí había sido un trago de aire fresco, y no solamente para sus pulmones. Necesitaba alejarse de las miradas de preocupación de Namjoon y las de recelo de la hostelera, quien no paraba de entrar a verificar que “todo estuviera bien”.

Había hecho tanto calor como los otros días, pero el sol estaba ya muy cerca del horizonte y un vientecillo estaba arañando las calles desde el suelo.

Yoongi todavía se sentía cansado, como si hubiera corrido una maratón el día anterior, o como si justo hubiera salido de una gripe terrible, pero se las ingenió para continuar avanzando a través de la calle principal, donde todos los vendedores recogían su mercancía dentro de cajas de madera.

Estuvo merodeando tanto, sin darse cuenta, que cuando prestó atención, el sol se había ocultado y el frío estaba casi insoportable.

Namjoon debía estar muy preocupado, sin saber nada de su paradero… Yoongi hasta se sintió mal por haberse molestado con él hace rato. Después de todo, Namjoon era el mejor amigo que jamás nadie podría tener.

—¿Por qué la cara tan larga? —uno de los vendedores le salió al paso, sosteniendo una taza pequeña en su dirección. Yoongi la tomó instintivamente. Tres segundos después, se dio cuenta de que había caído en la trampa mercantil más vieja y que ahora tendría que pagar por la bebida.

Cinco Días [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora