Capítulo 33- Solo soy una superviviente.

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Aguardo en un cómodo sofá grisáceo en un ala del Centro de Entrenamiento que desconocía. 

He pasado los últimos días en aquella sala blanca, que poco después descubrí que era la zona de enfermería del Centro. El avox del tatuaje de alas venía todos los días a controlar que no me quitase los tubos y a traerme comida asquerosa de extraño sabor. Después, me estiraba el brazo y me amorflinaba. Y así una y otra vez. 

No he vuelto a ver a Anelia desde que me visitó, desde la rosa de Snow, y creo que de eso han pasado varios días. Supongo que se lo preguntaré a la primera persona dispuesta a entabla una conversación conmigo que vea. Por que desde luego la mujer que me ha traído la ropa limpia y me ha indicado a dónde ir no era demasiado amigable. Parecía joven, veinti tantos quizás, pero con una cara seria y profesional, y una etiqueta identificativa que decía que se llamaba Tiffany. No me respondió a ninguna de las preguntas que le hice, y se limito a recomendarme que siguiese sus instrucciones. 

Así que ahora estoy aguardando a no sé quién con un simple vestido gris y sin zapatos. El suelo está frío, así que recojo las piernas y me permito fantasear con la llegada al Distrito 11, con ver a mis pequeños primos y con volver a ver a Empty. Es extraño volver a pensar en ella, no lo he hecho demasiado. Quizá ahora no querrá juntarse conmigo, no después de ver cómo he matado a todas esas...

Para. Simplemente para. Yo no me compadezco de mí misma. Yo no soy débil. Yo afronto los problemas que se me presenten. Yo he ganado los Juegos del Hambre, y no es mi culpa que este sea un mundo de mierda. Yo solo quiero sobrevivir. Y lo he hecho. Y lo seguiré haciendo. 

Ahora volveré a mi casa, y disfrutaré de la fiesta que preparen en mi honor. Y quizás lograré sacar a algún que otro indefenso chico de la arena. El pensamiento de que seré mentora me produce un escalofrío, así que lo aparto con rapidez de mi cabeza.

–¿Adalia?– una voz conocida hace que levante la cabeza. Descubro a una mujer de cabello azabache y ojos violeta que me sonríe con incomodidad. Tressa.

Me pongo de pie con lentitud y ella corre a abrazarme. En un primer momento deseo quitarla, pero le devuelvo el abrazo finalmente. Ella besa mi mejilla mientras densas lágrimas descienden por las suyas.

–No sabes lo mal que lo he pasado– yo solo asiento apartando la mirada. Ella no añade más; sabe que no quiero hablar de esto. Realmente no es el momento. Quizá nunca lo sea. A lo mejor no estoy preparada para hablar de esto nunca más– Flux y los demás de el equipo están deseando verte.

Me guía hasta la puerta grisácea por la que ella ha entrado a donde yo me encontraba. Tras ella descubro un salón con todo el mobiliario -televisión incluida la cual, por suerte, está apagada- y con mi equipo de preparación de pie sonriendo. Me reciben con aplausos y vítores, y yo les sonrío ligeramente. Debo comportarme como la vencedora que soy.

Al instante comienzan con los cotilleos del Capitolio, mientras preparan el maquillaje. Por suerte no dicen nada de mis Juegos. De momento.

Me quitan el vestido gris, dejándome desnuda ante ellos. Mientras Flux y Tressa discuten acerca del vestido que llevaré para la entrevista, las chicas me llevan a un baño de mármol. Haunty desabrocha mi collar, y mantiene en su mano la pequeña concha colgada de la cadena junto a la luna. Una breve sonrisa se extiende por sus labios.

–Me asusté mucho, Adalia– confiesa, tras dejar el collar en la encimera. Recoge un bote de champú de lavanda y lo vierte sobre la mano de Keulin, quien no dice absolutamente nada, solo lava mi cabello.

Supongo que se referirá al momento en el que el muto me picó, en el que Anelia no podía ayudarme, y en el que prácticamente todo el mundo creyó que moriría, incluso yo misma.

Destino: Los Juegos del Hambre. {Hunger Games Fanfic}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora