『Final✧ Pt.2』

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Al parecer, el amor no era eterno.

Los dibujos animados, los cuentos de hadas, las historias de príncipes azules... Desde pequeño había creído en la eternidad. En que el "vivieron felices para siempre" era real y él una de la personas que se lo merecía.

Al final, lo que la sociedad hacía era enseñarle cosas inciertas, para después verle descubrir la cruda realidad a base de golpes. Cruel. No obstante, una manera efectiva de aprender. No insinuaba que el amor no existía. Por el contrario; su amando a su padre era una viva prueba de ello.

Sin embargo, sí creía en que era temporal. Un sentimiento agradable, mas efímero, que eventualmente se desvanecía, rompiendo relaciones, corazones, ilusiones, y un sinfín de cosas, que se demoraría años en enumerar. Tras pasarse el día encerrado en su departamento, sobreviviendo a base de pizza y en la compañía de su hermana menor, Jungkook finalmente se deslizó entre las sábanas de su cama.

Apoyando su cabeza en el almohadón, dispuesto a descansar y recuperar las fuerzas que su encuentro con el pelirubio había drenado. Jungkook ya había superado un corazón roto antes; y era consciente de que podría hacerlo otra vez. En el futuro conocería a alguien, diferente a Jimin, que despertaría esas abrumadoras emociones y le tendría flotando en las nubes, como si todo fuese nuevo.

De eso se trataba ¿no? De amores efímeros, uno seguido de otro, otro que le haría olvidar el dolor del anterior y el mundo volvería a ser color de rosa. Quizás esa persona no tendría sus ojos chocolate, o su sonrisa roba-aliento, o sus tan besables lunares. Pero eso estaba bien. Más que bien.

Jungkook era fuerte, con el apoyo de su hermana y el apoyo de un buen amigo; si bien Jimin quedaba fuera de la ecuación, eso no significaba que el universo estaba derrumbándose. Estaba seguro de que las cosas funcionarían.

Tal vez no para ellos.

Pero sí para ambos.

。・:*:・゚★,。・:*:・゚☆

A las 3:17 AM, una piedra chocó contra su ventana.

Llevaba tiempo viviendo solo, por lo que los ruidos extraños sin una fuente conocida, que al principio le aterraban, ahora eran costumbre. Por lo que aunque el ruido no le causó miedo por creer que un fantasma estaba penando, sí le produjo confusión.

Se irguió en la cama, somnoliento y buscando en la oscuridad el interruptor de su lámpara que yacía en la mesita de noche. Tras encenderla, fuevisible en la penumbra, cómo otra piedra chocaba de la misma manera contra el vidrio, sobre saltándolo.

La puerta de su cuarto se abrió un instante después, revelando a la castaña con numerosos tubos en el cabello y una máscara pegajosa que cubría sus facciones. Jiwoo se volteó a verlo, con un ojo medio a abrir.

-¿Es necesario golpear cosas a estas horas, Jungkook? ¿Acaso no tienes mejores cosas que hacer?

-No soy yo- se defendió aún aturdido, desperezándose para finalmente incorporarse y ver quién era el imbécil borracho con buena puntería que acabaría rompiendo el jodido cristal. Jiwoo se acercó a la ventana de brazos cruzados, manteniéndose a un lado del mayor.

-Te juro que si es el novio de la chica del 403 voy a personalmente patearlo en el rostro por no saber contar los pisos de este edificio-
se quejó antes de desbloquear la ventana y tirar de ésta hacia arriba-. La gente no tiene ninguna consideración con quienes intentamos leer un fanfic de deporte homoerótico de doscientos capítulos y cuatro temporadas.

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