Capítulo Tres

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Nathan nuevamente observó su reloj con el objetivo de conocer los dígitos que se encontraban en las manecillas "8:56 AM", y sí, otra vez un leve gruñido se le escapo provocando que observará al conductor

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Nathan nuevamente observó su reloj con el objetivo de conocer los dígitos que se encontraban en las manecillas "8:56 AM", y sí, otra vez un leve gruñido se le escapo provocando que observará al conductor.

— ¿Puede ir más rápido? Por favor.

El chofer lo vio por el espejo retrovisor: — Lo siento joven, ya no culpa mía.

Y sí, ya que es culpa de la congestión vehicular.

— Pero bueno, usted debe de saber que en las mañanas siempre esta así —comentó el conductor— y vaya que es tedioso.

Debió haberlo pensado dos veces en pasar la noche en ese hotel que se encuentra en el centro, y después ir a su departamento que esta a un extremo de la ciudad para cambiarse y buscar la presentación. Al menos se demoró casi dos horas, lo cual, provocó que el tiempo lo alcanzará con la hora marcada de la junta.

Suspiro y le respondió: — Sí...

Pero bueno, no podía negar que el sexo lo valía porque hace tiempo que no tenía, e igual, fue de muy buena calidad.

Llevó su mano a su boca y delineó sus labios con su índice.

Aún se acordaba cuando se despertó, abrazado a aquel azabache como si fueran amantes... Sin embargo, un "tks" fue lo primero que salio de sus labios para después proseguir a enderezarse y vestirse y así salir de ese lugar, pero, antes de tomar el picaporte y abandonar al extraño, lo observó  «debería despertarlo y despedirm... No» negó con su cabeza y diciéndose a sí mismo que no sea tonto.

Antes de recordar más de las escenas de hace unas horas, sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de su celular; ese viejo tarro de teclas obsoletas que estaba dando a conocer que alguien lo llamaba.

— ¿Andrea...?

Nathan cerro sus ojos levemente y apretó sus diantes ante aquella voz enojada de su amiga.

— ¿¡En dónde estás!? ¡la reunión ya debió comenzar hace unos minutos! y creeme, se esta retrasando sólo por ti.

El de cabello castaño frotó sus hullas en sus párpados.

En verdad se arrepentía.

— Por favor, expresa mis disculpas y que llegaré en unos minutos.

Bueno... —se escucho del otro lado de la línea— apresurate, porque ella está comenzando a tirar mugre de ti.

Lo último se escuchó fue con un tono de susurro, y después, solo un pip dando a conocer que la llamada había terminado.

El joven suspiro, observó por la ventaba del automóvil y sin pensarlo habló: — Bajo aquí —busco en sus bolsillos los billetes con el objetivo de entregarlos al conductor y luego cumplió sus palabras—.

Al estar en la vereda, comenzó a correr con el fin de llegar a su lugar de trabajo que tan sólo se encuentra a seis cuadras.

[...]

Un edificio de siete pisos con un elegante pero extravagante diseño, en el cual, en la penúltima planta se debería estar empleando una conversación con el fin de dar a conocer los planos de una futura obra.

— Después de todo, la construcción del nuevo hotel de los Grayson ya está en proceso —comentó uno de los integrantes para matar el tiempo—.

Los demás que se encontraban en la mesa de reuniones igual comenzaron a hablar sobre ese tema.

— Por lo que tengo entendido, ¿tenía un par de problemas verdad? —preguntó uno y esta vez se dirigió a Andrea—.

La rubia dejo la tasa de café en la mesa de cristal y respondió: — Fue un error de diseño, lo cual el contratista no encontraba a gusto con ellos.

— ¡Ni lo recuerdes! —la interrumpió— ¡ese sujeto siempre hace berriches como un niño malcriado! Viejo de mierda exquisito.

Andrea hizo una mueca por la falta de educación que poseía esa mujer. ¿A caso no le enseñaron modales? No se debe interrumpir a una persona ni mucho menos hablar de uno de los mejores contratistas y socios que tiene la empresa.

Ella es la niña malcriada.

— Por lo que tengo entendido —se escuchó por parte de un hombre que observaba su computadora, tanto serio como desinteresado— el arquitecto Jones solucionó ese problema.

Andrea sonrió: — Él le mostró un plano con una arquitectura rústica y a la vez con diseño refinado, justo como el contratista lo quería.

— Y también... —expresó otro de los intregantes— no hay que olvidar que Nathan Jones, solucionó un par de detalles los planos de las obras de las familias Fournier y Morys —dio a conocer otra persona con halago—.

— Y hablando de ese arquitecto —expresó la rubia de ojos turquesa— ¿Acaso no tiene despertador o qué? ¡Ya es el colmó! Ya debíamos haber empezado esto hace tres minutos.

— Por favor Alisson —dijo nuevamente ese hombre cerrando su computadora— aún hay tiempo suficiente —aquel de cabello negro solamente observó como la mujer se reía falsamente—.

— Mi tiempo es valioso, Dorian, y creo que también el tuyo —depositó ambas palmas en los brazos de la silla— además uno no puede tolerar retrasos de empleados incompetentes.

La de cabello rojo de inmediato intentó responder ante las palabras de su jefa, sin embargo, aquel de cabello oscuro y ojos verdes fue más rápido.

— Por lo que sé, ”incompetente” es una persona que no tiene la capacidad para hacer su trabajo además de cometer el mismo error demasiadas veces ¿verdad? —se acomodó en su silla y prosiguió — este arquitecto a demostrado mucho más que cualquiera, e igual, es su primer y último atraso. No es nada comparado con la lista que tu posees, Alisson.

La de cabello dorado no respondió, se quedó en silencio mordiendo su lengua, no obstante, la pelirroja cubría su boca y comenzó a toser falsamente con el fin de evitar reír.

Dorian giro un poco su cabeza y observo por el ventanal de la sala, aquel vio como el alba se hacía presente. Acercó su mano a la mesa y movió su celular con el fin de prender la pantalla y ver la hora.

— Podemos esperar hasta las nueve con veinte minutos —declaró— y si aún no llega, podemos dar inició a la junta.

— Podemos esperar hasta las nueve con veinte minutos —declaró— y si aún no llega, podemos dar inició a la junta

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Actualizado 27/11/23

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