Country Stories Presenta: Chaos (LEGACY)

Fuera de la batalla

Francia: ¿Estás seguro de que no habrá molestia si me quedo?

Alemania: ¡Para nada! Además, ambos tenemos una pregunta que hacerle a Schweiz

Francia: Tienes razón, pasemos

Alemania tocó la puerta, y la abrió al no recibir respuesta. Francia permanecía ligeramente detrás de él, tomada de su mano.

Alemania: Schweiz! ¡Estoy en casa!

Suiza: Bienvenido, Deutschland, llegas justo a tiempo para el almuerzo y -Hizo una ligera pausa, en la que notó que había una invitada- ¡Vaya! ¿A quién tenemos aquí?

Francia: Bonjour, Suisse! Si no les molesta, me gustaría acompañarlos en el almuerzo

Alemania: ¡Por favor! -Alemania juntó sus manos, rogándole a su hermana mayor-

Suiza: Nunca le diría que no a una chica tan adorable como tú, por favor ponte cómoda

Francia: ¿De verdad? -Francia dio un pequeño salto de alegría- ¡Muchas gracias!

Alemania: ¿Österreich no está aquí?

Suiza: No, decidió invitar a ya sabes quién a un restaurante...me da lástima, nunca se va a rendir, a ese chico no le queda ni pizca de dignidad...

Francia y Alemania se limitaron a compartir una risa discreta debido a las quejas de Suiza acerca de Austria

Suiza: Bueno, no nos estresemos por él, lávense las manos y yo serviré la comida

Después de un rato ajetreado en el que Suiza se dedicó a colocar cacerolas con varios platillos en la mesa, los tres pudieron sentarse

Suiza: Sé que tus gustos son un poco más refinados que esto, Frankreich, pero tu visita fue bastante improvisada

Francia: ¡No te preocupes, Suisse! Todo se ve delicioso

Suiza: Aunque ustedes dos nunca hacen las cosas tan de repente... ¿Cuál es su plan?

Alemania: Bueno...teníamos una cosa que preguntarte

Suiza: ¿Ah, sí? ¿Y esa pregunta cuál es?

Alemania: ¿Cómo viviste tú la gran guerra?

Suiza: Ah, así que por fin les picó la curiosidad. De acuerdo, no hay mejor momento que este para contárselos. Así que tomen un plato, sírvanse una buena ración y sean bienvenidos a un 1916 fuera del campo de batalla.

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Desde los helados e imponentes alpes, una chica observaba incesantemente el desastre en el que se había convertido su continente. Sus ojos, igual de helados que los de sus hermanos, no podían apartarse del río Isonzo, no podía dejar de ver todas las fotografías que llegaban del frente de Verdún, demasiado sangrientas como para ser publicadas, eso le hacía saber que la mejor decisión que había tomado había sido exigir el respeto hacia su neutralidad. Por más que los 3 hubieran sido criados de la manera teutónica y se hayan ganado la mirada germánica, Suiza no se parecía en nada a Alemania y Austria, ella no entendía cuál era el fervor por la "victoria" y el "sacrificio"; desde que vio a Francia ser atravesada por su propia espada en 1815, había comenzado a repudiar toda batalla que tuviera lugar en Europa, y las pocas veces que levantaba un arma era para defenderse, justo como en esa ocasión.

Suiza comenzó a bajar la montaña para llegar hacia su capital, Berna. La verdad convivir con sus ciudades ya no le entusiasmaba, no importaba a quién le hablara, la propaganda de uno u otro bando ya se les había metido en la cabeza y se atrevían a insistirle que escogiera un bando, en el caso de Berna, cada encuentro significaba una repetición de la pregunta "¿Considerarás unirte a la Entente?" e ir con Zurich implicaba la misma pregunta, pero del lado de las potencias centrales, no sólo le parecía irritante, lo sentía insultante. Suiza terminó tan envuelta en esos pensamientos que cuando se dio cuenta, ya estaba bien dentro de la ciudad.