Capítulo 1

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Frustración, eso era lo que sentía el hombre al ver el frente de su casa sentado en el suelo observando cada uno de los agujeros creados con la intención de venganza, uno de ellos casi abría pasó al tunel que lo llevaba a la hermandad oscura, por suerte logró ocultarlo antes de que alguien verdaderamente curioso se dispusiera a husmear.
¿Cuándo iba a parar todo? Era obvio que él tenía cierta culpa con toda la TNT que había esparcido en casa de aquel hombre, en un inicio tenía una razón, recuperar a su pequeño cerdo querido. Alguien tenía que parar toda la mierda que estaba ocurriendo, de lo contrario tarde o temprano toda Karmaland estallaria.
Se tiro al suelo frío dejando que la nieve se amoldara a su cuerpo, mientras observaba el cielo pensaba en cuán harto estaba de todo.
El viento revolvió su cabello, era lo único que escuchaba, no había animales a su alrededor, pensó en Juan Carlos III, si es que ese era realmente su cerdo preciado, seguramente se encontraba acurrucado en el calor de su hogar, ignorando lo que ocurria en el mundo exterior. No, eso no era un hogar, ya no estaban tranquilos ni seguros. Al sentarse volvió a observar la casa, los huecos de la entrada hacían el terreno feo, pero de cualquier modo estaba orgulloso del trabajo que había hecho.
"Me marchó de aquí, a chuparla todos". Pensó.
Ya decidido con la idea, se levantó e inició a caminar por todo Karmaland.
-Necesito un lugar cálido, tanta nieve no es apta para este osito - comentó ante cada aldeano a quien preguntaba de un lugar diferente, donde por fin volviera a escuchar el trinar de las aves, donde el agua no estuviera congelada.
-Hey, héroe - lo llamó uno de los mercaderes, Rubius entro a la tienda y saludo amablemente - he escuchado que buscas un lugar distinto. ¿Algo sucede?
-No, no, solo quiero un lugar tranquilo donde mudarme, ya sabe, el invierno en Karmaland me molesta. No hay más razón - los aldeanos tenían una idea de lo que los héroes se hacían entre ellos, vaya héroes tenía el pueblo.
-Bueno, por la zona donde vive el joven Willyrex se encuentra un pequeño paraíso, un tanto otoñal, muchos dicen que existen hadas y en las costas encuentran sirenas - susurro lo último para que sus compañeros no volvieran a burlarse de las creencias del mercader.
-Ostia, muchas gracias, puede que esta misma tarde me pase por ahí. Que tenga buen día.
-Eh, por cierto es un karma de oro por la información...

Aprovechando la ocasión ya que escaseaba de comida decidió conseguir un poco de carne de los animales que cuidaba Willy, no notaria si solo unas cuantas vacas o pollos desaparecían, tenía demasiadas, una vez habiendo guardado la carne en la mochila levanto la mirada logrando notar a lo lejos algo distinto, su instinto lo obligó a continuar el camino sin importarle que pronto caería la noche.
Fascinado, esa era la palabra que describía como se encontraba él delante de aquel bosque, árboles de hojas amarillas y rojas donde por fin escuchaba a las aves, los animales, un ligero viento cálido, y lo mejor de todo, se encontraba en un lago, pero lo que más lo dejó impresionado era la luz que caía lentamente con la puesta de sol. Se sento un momento para visualizar que era lo que se propondría hacer, no podía sentirse más contento que en ese instante, su vida nueva en Karmaland iniciaría.

...

Que orgulloso se sentía del resultado obtenido por todo el trabajo, cruzado de brazos observaba la gran muralla en el cielo que resguarda su casa, aún faltaba mayor seguridad así que tendría pasar días en las minas para obtener muchísimo hierro para las torretas, ¿cuántas? Las que fueran necesarias para evitar que entrarán a su hogar, demostrado estaba de que aun era posible colarse de muchas maneras.
En ese momento solo le quedaba arreglar las escaleras debido a que algún tonto se las reventó, estaba más que seguro de quién se trataba pues sucedió la ocasión que había pedido ayuda a Willy y su compañero inseparable Fargan, no recordaba porque necesitaba de ambos, fue un total error de su parte, lo admitía, pronto reformaria todo pues en su mente estaban los planes, cada milímetro arreglado como él deseaba.
-Oh Vegetta, Vegetta, es que eres espectacular - se dijo a sí mismo.
Cansado de mantenerse encerrado decidió ir a dar un paseo por Karmaland, aprovechando la oportunidad de que en la tienda había cosas interesantes, podría hacerle regalos a sus compañeros algo sencillo no vendría mal para calmar toda la tensión entre los héroes y así descansar de sus tonterías por lo menos una o dos semanas... un par de días si no era mucho pedir.
De casa en casa fue dejando las cajas moradas que contenían unas cuantas golosinas que Merlon proporcionó dentro de la recompensa por haber derrotado al dichoso Grinch. Llegando a la zona del cura se percató de los enormes huecos que le impedían caminar con tranquilidad, por lo menos su casa estaba intacta, aquel que lo molesto tuvo la decencia de no meterse con las propiedades ajenas. El de ojos morados se preguntó qué es lo que había ocurrido y en qué problemas estaba involucrado el oso para tener tal desastre, después podía preguntarle en persona, si es que se dignaba a mostrarse debido a que llevaba días sin saber de él, que tramaba, o donde se encontraba. Mangel en uno de sus encuentros escasos antes de que desapareciera le menciono que estuvieron juntos, haciendo qué, no tenía idea entre ellos los secretos eran muy comunes.
"Seguro quiere evitarte" escucho una voz dentro de él, "Mangel y Rubius. Juntos. Solos."
Fastidiado con esa estúpida idea dejó el regalo dudando si darle algo mejor que al resto. Continuó su camino a casa de Willy, quizá podría pasar a verlo para saber como se encontraba. Abrió el inventario con el motivo de revisar que cosas le quedaban para el regalo del albino, "pa' mi Willy lo mejor" pensó.

-¿Veg? - El mencionado levantó la cabeza aún inclinado dejando la pequeña caja, no sabía si estaba nervioso por verle o por lo que hacía, tampoco es que fuese algo ilegal. Su compañero llevaba la espada al hombro y una mochila.
-Hola Rubius, compañero - se levantó y le sonrió de manera genuina - ¿cómo va el día chavalote?
-Cansado. ¿Puedo saber qué es eso y qué haces aquí? - el castaño intentaba no sonar celoso ante la situación.
-Pfff nada, dejo unos regalos, como al resto de héroes, ya sabes, el espíritu navideño. ¿Se puede saber que haces tú aquí?
-Si claro como al resto - susurra un tanto molesto - he venido a investigar la zona, pienso mudarme. Estoy cansadisimo de todo Vegetta, de todo.
-Yo solo espero que ese lugar no se encuentre muy lejos - se cruza de brazos el de ojos morados mientras ve sonreír a Rubius.
-¿No te gustaría que me aleje más de ti? - rodea los hombros del mayor un tanto más contento, podría ser una señal a favor.
-Me refiero a que es ilegal explorar de...
-Aquí vamos de nuevo con las putas ilegalidades, que no hago nada malo... En estos momentos, ¿no puedes apoyarme una sola ocasión?
-Esta bien, esta bien, pero sabes que no puedes alejarte demasiado.
-No fuese Willy porque a él si le pasas cualquier cosa...
-Dilo en mi cara.
-Mira, no quiero seguir hablando de eso. Te pregunto por última ocasión ¿iras a cenar conmigo para año nuevo?
Y en ese momento todas las dudas de Vegetta se acumularon en su cabeza, quería, pero al mismo tiempo deseaba aceptar la invitación que le había hecho Willy, era su amigo. El silencio se tornaba incómodo.
-Veg... - suspiró - puedes hacer lo que se te apetezca, sabes donde vivo, aún. Nos vemos... - se trago muchas palabras que se iban acumulando durante días, le dolía pero no quería forzar a Vegetta le dedico una sonrisa con cariño y tristeza, prefería marcharse a descansar.

Se sentó en el sofá frente a la chimenea observado como bailaban las llamas y consumían la madera lentamente. Tenía que aclarar su mente de una vez por todas, Willy le había dejado claro que no podían continuar con su relación debido a la frialdad del extravagante hombre, además el albino se notaba interesado por otra persona y le dolía no haber hecho lo suficiente. Y por otro lado se encontraba Rubius, que hacía más de un mes sin dudarlo le confesó sus sentimientos.
"¿Realmente quieres a Willy?" se preguntaba cada vez que veía a Rubius, pero en cuanto recordaba los buenos momentos y pasaba tiempo con su mejor amigo, ex novio o como le quisieran llamar, en su interior era un rotundo si.
-Es que eres tonto Vegetta, tonto.

Secretos (Rubegetta - Luzuplay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora