Incomodidad

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La luna no dejaba de brillar sobre su cabeza, había perdido la noción de cuánto tiempo paso desde que Pacífica se despidió del él para regresar a su hogar. Debería hacer lo mismo y dar vuelta para cerrar los ojos en su cama, pero la estatua delante no dejaba que se despegara de ella. No recordaba cuantos intentos iban ya desde que emprendía su camino hacia la cabaña y volvía a encontrarse caminando por el mismo sendero para llegar a Bill.

A eso le sumaba que sus pensamientos eran un ir y venir con los recuerdos de la lucha que tuvieron y este nuevo sueño de hace unos instantes ¿de verdad había sido un sueño? Hasta hace unos segundos siempre había creído que su tío Stan había derrotado a aquel ser diabólico, nunca se había cruzado por su mente alguna otra posibilidad de que no fuera así.

-Demonios- junto la fuerza necesaria para al fin dejar de recostarse de aquel pino que lo ayudaba a estar lo suficientemente erguido para observar al demonio echo piedra - Me pregunto si el tío Ford sabrá de esto...- Camino lentamente hacia donde creía que sería la ubicación de la cabaña por enésima vez, tal vez debió pedirle a aquella rubia que lo ayudara a situarse en el bosque, aunque no quisiera admitirlo no se explicaba el porque volvía al mismo lugar.

Observo los pinos a su al redor, tratando de encontrar una diferencia en estos que pudiera servirle de referencia, pero por más que lo intentaba todos se veían iguales para él.

*crack*

El sonido de una rama rompiéndose tras de si hizo alertar sus sentidos de nuevo, podía decir con seguridad que ya no era un enclenque y que fácilmente se podría defender de alguna persona si esta intentara atacarle, pero sus músculos seguían contraídos por el dolor, además de ello, no era inmune contra lobos o alguna criatura extraña, no traía los diarios consigo, por lo tanto, no podría defenderse de algo más grande que él.

*UH UH*

Noto a varios búhos en las zonas más altas, sus ojos eran enormes y se le hacía imposible evitar verlos; se sentía observado y deducía que probablemente no era por esos animales.

Decidió levantarse una vez más y después de un rato de vagar por los alrededores logro ver el humo que salía de la chimenea de la cabaña secundaria, agradeció internamente y se dirigió hacia la puerta con la que no tuvo dificultades para abrirla, subió lentamente las escaleras debido al dolor y finalmente logro entrar a su habitación para tirarse de inmediato a la cama.

No lograba quedarse dormido.

Pensó que sería de inmediato debido al cansancio, pero entre más se esforzaba por mantenerse quieto para conciliar el sueño, más difícil le resultaba dejar sus pensamientos a un lado.

Se levanto del colchón y comenzó a dar vueltas por todo el cuarto, no servía de nada que estuviera acostado si no podía dormir, se dirigió a la ventana y fijo su vista hacia los pinares tratando de buscar algo o alguien entre ellos, pero no encontró nada.

¿Qué era lo que debía hacer? Se encontraba muy confundido, debatió sobre hablar de ello con sus tíos, sabía que le serviría aclarar varios aspectos y probablemente ellos sabrían algo, sin embargo, en su interior sentía una vaga sensación diciéndole que debía guardárselo para sí mismo, tal vez si lo hablara con el viejo McGucket sería diferente, tenía entendido que seguía viviendo en la mansión de los Northwest, no estaba de más que mañana fuera a visitarlo.

Después de un rato noto como el sol comenzaba a salir, había sido una noche larga y no había encontrado respuesta alguna al martirio que vivió.

Comenzó a escuchar ruidos del otro lado de la puerta, por lo que supondría que su hermana ya estaba comenzando alistarse para el día de hoy, se alejó de la ventana y decidió hacer lo mismo, saco la ropa que creyó conveniente y comenzó a desvestirse para después colocar su ropa de dormir en el cesto, miro su cuerpo en el espejo, pero no vio ni una herida en el.

Él no existe másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora