2. Desahogo

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Dipper despertó con el sonido de varios pasos debajo de ellos, probablemente sus tíos y hermana debieron darse cuenta de que ya no se encontraban en el laboratorio; despego el brazo que mantenía posicionado en la cintura de su acompañante y miro el reloj que tenía en su muñeca, ya pasaba más de medio día.

Se sentía más relajado gracias a cierta rubia recostada a su lado. Dubitativo acerco su mano hacia su rostro para apartar un mechón de cabello que cubría la mayor parte de este. Se preguntaba desde cuando se permitió que ejerciera tanto poder sobre él y sonrió al percatarse de como acunaba su mejilla en su mano, su tacto no era indiferente sobre ella, eso hacía que un pequeño calor se extendiera por su vientre.

-Si no abres los ojos tendré que seguir acariciándote – susurro en su oído disfrutando acortar las distancias.

- Tal vez te deje hacerlo – murmuro acurrucándose aún más en la cama.

-Y se supone que yo era el cansado- rio por lo bajo observando como Pacifica lentamente separaba sus parpados y sus ojos se posicionaban sobre los de él.

- Empiezo a creer que te gusta invadir el espacio personal - sonrió adormilada.

-Vamos, no quiero enfrentarlos yo solo-

Escucho un suspiro antes de ver como se sentaba en medio del colchón para mostrarle una cara seria.

-Es lo mínimo que te mereces por preocuparnos tanto-

-Por favor- suplico recargándose en su hombro.

Se paro de la cama y tomo su bolso el cual había dejado sobre el escritorio, busco un espejo y se miró buscando rastros que dijeran que no hace mucho estaba dormida, saco unas toallitas para limpiarse un poco los ojos y guardo sus cosas nuevamente.

-De acuerdo, vamos mueve tu trasero y acabemos con esto –

Dipper rio por lo bajo al ver su acción, a fin de cuentas esa parte de ella nunca cambiaria.

Bajaron lentamente por las escaleras, probablemente desando que si lo hacían de esa manera jamás llegarían al escalón final, todo se escuchaba muy silencioso a comparación a cuando se estaban alistando arriba hace unos momentos, entraron directamente a la cocina y un olor conocido inundo sus fosas nasales.

Frente a ellos se encontraba la mesa con dos platos con pollo frito, macarrones y pure bañado en salsa, en medio de estos había la mitad de una tarta de fresa con una nota encima, sin pensarlo mucho se acercaron y el castaño tomo la nota para leerla.

"No creo que sean merecedores de esta comida, en la mañana bajamos nuevamente al laboratorio para ver como estaban y descubrimos que no se encontraban por ningún lado, ¡incluso habíamos preparado el desayuno para ustedes!

En fin, mientras los buscábamos Ford los encontró dormidos en la habitación de arriba, en serio, si lo único que se necesitabas era que Pacifica durmiera a tu lado para sacarte de ahí lo habríamos hecho hace tiempo.

No te olvides que tienes muchas cosas que explicar, los estaremos esperando en la mansión del Viejo McGucket

Mabel"

Al terminar de leer miro hacia Pacifica avergonzado, lo miraba con curiosidad esperando a que compartiera con ella lo descrito en la nota, podía sentir como sus mejillas se calentaban, pero no lo suficiente para que su sonrojo se hiciera presente.

- Es de Mabel, dice que nos estarán esperando con el viejo McGucket, será mejor que nos tomemos nuestro tiempo considerando que la comida sigue tibia no debieron abandonar el lugar hace mucho –

- Aunque trates de evitar esa conversación llegara tarde que temprano, nunca pensé que le tuvieras tanto miedo a tus tíos y a Mabel –

- No es eso... es solo que sigo sin encontrar las palabras para explicarles todo esto... -

Él no existe másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora