Capitulo 5.- Luna de Miel

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La capital de Arwintar del Imperio Baharuth, una hermosa ciudad con una sociedad vivaz, feliz y totalmente despreocupada de tener algún conflicto.

¿Por qué? Eso era fácil de responder.

Después de adjuntarse al Reino Hechicero, el Imperio sufrió cambios mínimos, aunque impactantes. Uno de ellos fue la abolición de la esclavitud, esta actividad era una parte capital del reino dejando con ello bastante dinero entrante, al ser decretado qué todos eran iguales ante el Rey, hubo mucho disgusto al pensar que los seres demi-humanos tenían las mismas oportunidades que los humanos.

Los disgustos no se hicieron esperar, aunque estos duraron menos de una semana.

Ahora el cielo azul resplandecía sobre Arwintar y en cada rincón del Imperio.

Por la ventana del carruaje podía ver la capital, sus calles y habitantes, el cómo convivían los unos con los otros. El saber que era Arwintar y no la capital de Re-Estize le calmaba el corazón, no creía estar lista mentalmente para poner un pie en ese lugar después de que Sebas Tian la rescatado de la guarida de los Ocho dedos. El haber llegado a La Tumba de Nazarik era un paraíso para ella, el estar lejos de los humanos, de su pasado y de todo aquel que podría hacerle daño era lo mejor que le podía pasar.

Ahora era diferente.

Sin darse cuenta su mano estaba entrelazada con la de su ahora esposo, ambos en el carruaje que los llevaría al hotel donde se hospedarían para su luna de miel, la estructura era hermosa con un arte apreciativo que podía dejar a los visitantes con la boca abierta.

Eso no impresionaba a sus recién llegados.

La Tumba de Nazarik había sido creada por los mismos dioses usando sus manos, magia y gustos para crear una pieza única en el mundo... en cualquier mundo. Ninguna estructura se le asemejaba ni un poco.

En la entrada del hotel ya les esperaba la bienvenida, los empleados formados en fila de cada lado y justo en la puerta se encontraba el gerente y administrador del hotel, listo para recibir a sus huéspedes. El hombre estaba un poco nervioso, cuando recibió la noticia lo primero que pensó fue que el Rey de la nación recién fundada seria su huésped, pero no, no era así, sino que el mayordomo personal del Rey vendría a hospedarse. Cuando escucho aquello se sorprendió. Ni siquiera los nobles harían algo así por uno de sus sirvientes, a no ser que en verdad lo apreciaran mucho pero no sería en un hotel como este, sino en uno de clase un poco más baja.

Cuando se le dio la fecha de llegada y el tiempo que se hospedarían, él se encargó de organizar todo. Conocía la situación del reino, no era un ignorante, sabía todo lo que se hablaba de aquel reino y su rey.

"Señor, han llegado."

Le informo su subordino, él había estado repasando mentalmente que todos los preparativos se hayan hecho a la perfección.

Asintió con la cabeza.

El carruaje era hermoso e incluso la palabra misma quedaba corta, los detalles en oro y el arte era algo que no se vería de nuevo en la vida, podría decir con facilidad que había atraído la atención de todos. El cochero bajo y fue directo a la puerta misma que al abrir bajo un hombre de edad madura, el color de su cabello era completamente cano, su complexión era la de un guerrero y por la edad podía concluir que era veterano, su mirada de un azul que fácil podría confundirse con el grisáceo. Al tenerlo de frente pudo ver que aquella mirada afilada contrastaba con aquel rostro amable.

"Bienvenidos."

Se inclino hacia delante en una genuina reverencia, así como sus subordinados detrás y a lado de él lo hicieron.

Una Boda en NazarikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora