Mi sufrimiento se prolongó durante varios meses. Un auténtico suplicio.
D me arrebató la capacidad de disfrutar incluso de la buena música y los libros de medicina forense, ya ni siquiera reía de los chistes malos pese a que solía ser una persona fácil de hacer reír. Empecé a pasar mis ratos libres cada vez más solo. O bueno, solo no: D siempre estaba allí para recordarme lo poco que valía.
Y luego llegaba M a sembrar el caos en mi mente, a contagiarme su artificial euforia, y allí estaba yo; temerario e irascible, tan poderoso e incansable que no lograba nada. Todo a la vez, todo muy contradictorio. Cuando M mandaba no podía separarme de la sensación de que mi cerebro explotaría en cualquier momento.
Ya no tenía nada a lo que aferrarme. Llegué incluso a sentir que estaba desprovisto de sentimientos y emociones.
Y así fue durante semanas y meses, los dos fantasmas se disputaban el control de mi persona, o a veces me compartían. Pero casi nunca me dejaban libre; era una víctima de mi propia mente.
Y no podía soportarlo por más tiempo.
Harto de mis fantasmas malignos internos, decidí mudarme al Otro Lado, el lugar a donde mi abuela dice que van los fantasmas cuando no tienen asuntos pendientes.
Allí, ni M, ni D, ni los fantasmas malignos humanos podrían encontrarme; ni hacerme daño.
ESTÁS LEYENDO
Fantasmas internos
Short StoryCuando era niño, mi abuela me hablaba mucho sobre fantasmas. Ella podía verlos. Mi padre también. Yo no podía, porque no era como ellos. Pero yo tenía que vivir con otro tipo de fantasmas muy diferentes. -------------------------- Primer relato...