Cuando era niño, mi abuela me hablaba mucho sobre fantasmas.
Ella podía verlos. Mi padre también.
Yo no podía, porque no era como ellos.
Pero yo tenía que vivir con otro tipo de fantasmas muy diferentes.
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Primer relato...
Hemos conocido gente de lo más extraña, en ocasiones, de encubierto. A veces parece que a quien no conocemos es a la prudencia y al sentido común, pero yo diría que más bien el riesgo es el que nos persigue a nosotros. Eso es lo que implica dedicarse a resolver asuntos pendientes fantasmales.
Aún así, siempre salimos ilesos. Aunque los tres tengamos nuestras diferencias nos mantenemos unidos e invencibles.
Y luchamos todos juntos contra los fantasmas de nuestro interior.
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