Capítulo 1

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El agua cristalina brilla azulina ante la fuerza de los rayos solares, el sonido de las olas oceanicas se escuchan tranquilas a la vez que su ferocidad va en aumento, las criaturas acuáticas disfrutan de las aguas nadando en libertad manteniéndose alejadas aquellas largas maderas que buscan la intranquilidad y el asesinato de los escamosos.
Bajo las profundidades del océano, habitantes del mar van y vienen aleteando, algunas burbujas marinas se presentan juguetonas ante las respiraciones. Eridan Ampora segundo hijo y heredero del gran tritón Dualscar Ampora, segundo gobernante de los oceanos, nadaba curioso por las aguas más profundas del océano pacífico, con apenas unos cuantos ciclos de edad, podría decirse que aún pasaba por la niñez de un tritón, anhelaba tener ya los 6 ciclos de vida, la edad en qué se consideraba ya la entrante adolescencia y el gran Dualscar, su padre, le entregará el símbolo de representación de los acuáticos Amporas como los segundos representantes marinos que consistía en una capa tejida por crustáceos y calamares del color de la sangre de su familia. Cada que un representante Ampora recibía aquel símbolo, recibía también la labor de protección de las legítimas gobernantes marinas, primogénitas de las primeras generaciones marinas existentes, la grande y primera Condesse Peixes, una sirena de gran porte y poder mágico desconocido que solo su familia poseía, madre de las princesas Peixes. Aún recordaba el día en que le dejaron conocer a quien un día sería su dueña, recuerda el rostro de una sirena menor que él por tan solo unas lunas, de ojos grandes y brillantes, ese día había hecho el típico juramento de Ampora que su padre le había impuesto, su hermano también había tenido que pasar por ella ante el nacimiento de la primera hija, varios ciclos atrás, sin embargo, iba a cumplirse un ciclo desde ese día, ni el ni su hermano habían vuelto a visitar a sus magestades, tan solo su padre solía salir y nadar kilómetros para ver a la sirena mayor hasta Atlántica. Aburrido de no encontrar nada interesante dirigió su mirada violeta hacia la superficie tratando de enfocar a los peces que nadaban libres sobre él, desde que nació había tenido un problema en su vista, le costaba enfocar aquello que lo rodeaba y muchas veces solía chocar con rocas y otros tritones e incluso con los peces más pequeños. Sin embargo a pesar de eso, le encantaba mirar el brillo y la claridad del mar, aun le costaba entender porque desde hace muchas lunas después de haber conocido a la segunda princesa de pronto se les había prohibido a todas las criaturas marinas incluyendolos, ir más haya de la superficie o siquiera alejarse de su hogar, como ahora había hecho. Sabía que se metería en grandes problemas con Dualscar pero estaba arto de no poder conocer, creía que su padre le tenía tanto control por el hecho de su inútil visión, pero descarto la idea cuando también Cronus, su hermano mayor por 4 ciclos también se le fue prohibido. ¡Pero era un príncipe del océano! Ninguna criatura se atrevería a dañarlo y deseaba conocer más haya de su reino.
Cerro los ojos disfrutando de las tranquilisadoras corrientes marinas que el mar le brindaba mientras su larga aleta morada se mecía gustosa por las brisas, un movimiento acuático le hizo abrir los ojos observando con dificultad el difuso rostro de su hermano Cronus quien al parecer tenía las mejillas infladas mirando seriamente al pequeño tritón delante suyo, 3 pestañeos confusos avisaron a Cronus el momento perfecto para su travesura, sin más, escupió varias burbujas marinas que pasaban por el rostro de Eridan confundiéndolo y logrando que un puchero molesto se posará en sus finas expresiones.

- ¡Cronus! ¡Eres muy molesto!- se quejo el menor mientras escuchaba la profunda risa del mayor, sus cabellos negros se movían revoltosos entre el agua en cada risa que soltaba.

- ¡Oh Eridan! ¡Eres realmente lindo!- Dice entre risas provocando unas cuantas que burbujas más subieran a la superficie. Eridan soltó un bufido abochornado ante las burlas de su hermano.

- ¡Oh cállate!- reclama inflando las mejillas y frunciendo el seño con molestia.

- ¿Porque no estás en casa? - pregunta de pronto el mayor dejando de reír de golpe.- Si padre hubiese notado tu ausencia seríamos pescado frito- regaña jalando la pequeña aleta del más pequeño que podría a los lados de su cara.

AcuariumStuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora