Welcome to my Life

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"-¡No podeis obligarme a irme de aquí tan fácilmente!-grité.

-Somos tus padres, ¡y hasta que tengas la mayoría de edad harás lo que nosotros digamos!".

Esa conversación había tenido lugar unos días antes, cuando mis padres me dijeron que me cambiarían de instituto en el último momento. ¿Qué como ocurrió esto?

Bien, unos meses antes me había metido en cierto problema con mi mejor amigo. Mis padres dijeron que estaban hartos de mí, que no creían que una persona de mi edad fuese tan irresponsable.

"-Tengo 16 años mamá, quiero disfrutar de mi libertad".

Una de las muchas frases que le soltaba a mi madre cuando algo me salía mal. Pero con mi padre no era tan fácil, él tenía mano dura conmigo porque sabía de lo que yo era capaz.

Por parte de mi hermano, no nos vemos desde hace años. Dos, concretamente. Según lo que me contó la noche que lo vi escaparse de casa, él quería su espacio. Tenía buenas calificaciones, incluso un doctorado en medicina y la carrera de periodismo. Siempre se había esforzado en lo que hacía, incluso en sacarse dos carreras al mismo tiempo con las mejores notas de la universidad.

"-A veces solo necesitas que algo llegue a ti y le dé sentido a tu vida Evelyn, yo creo haberlo encontrado, y estoy convencido de que debo seguirlo".

Esa fue la última conversación que mantuve con Andrew antes de ayudarle a saltar por el balcón. Nunca había llamado. Yo, por mi parte, lo intenté, pero su número siempre sonaba como fuera de cobertura o apagado.

Como iba diciendo, después de aquel problemilla en el que me metí, a mis padres no se les ocurrió otra cosa que cambiarme de instituto.

Tal cosa no asusta, un instituto nuevo no tendría por qué ser tan malo. Pero aquello no era lo realmente terrorífico, simplemente era el comienzo más inofensivo de el peor de sus castigos.

Empezaron por trasladarme a mí sola a la ciudad, alejandome de todo, incluso de ellos mismos. Tendría que compartir piso con tres alumnas más de el instituto a las que no conocía. Y ahora viene lo peor, el instituto.

El Silverbone High School, el lugar más antiguo, caro, pijo y con la gente más repelente del mundo.

Pero, ¿sabéis que? Yo nunca me rindo, nunca.

Ahora.

Me encontraba en el coche. Un audi del 69, azul turquesa, camino del infierno.

El maletero estaba hasta arriba de maletas. Solo mías. En el asiento del piloto se encontraba mi padre, que hablaba por teléfono con un socio suyo. Mi madre, a su derecha, se había quedado dormida.

Yo estaba sentada en el asiento de atrás, mirando por la ventanilla y viendo como la lluvia inundaba la carretera. Me gustaba la lluvia, era bastante relajante. Llevaba mi melena rubia y con un par de mechas rosas suelta y lisa, cayendo en picado por mis hombros. No me había maquillado mucho, no era algo que me encantase. Llevaba puestos mis vaqueros grises de mezclilla y una camiseta suelta negra.

Me había quitado la chaqueta porque mi padre acostumbraba a poner la calefacción del coche muy alta. ¿Y el derroche de energía? ¿Y el consumo? A él le daba igual, su cerebro funcionaba con una sencilla orden, "si puedes pagarlo, hazlo".

Estacionó el coche junto a la puerta de un gran edificio, saliendo con un paraguas en la mano para sacar las maletas. Yo me apoyé en el asiento de mi madre y la desperté a pequeños golpecitos.

-Mamá, ya me voy.

Ella miró para mí, y como pudo intentó abrazarme.

Salí del coche y ayudé a mi padre a sacar las maletas.

Él me acompañó a la puerta y me dio las llaves. Después de despedirse se fue, era una persona algo fría.

Miré varias veces el edifico, parecía apenas tener unos tres años máximo. Metí la llave en la cerradura y lleve mis maletas hasta el ascensor. Marqué el cuarto piso y el ascensor se movió.

Después de (uno, dos, tres...) cuatro segundos llegó y saqué todas mis maletas y las dirigí al 4°D. Apunto de meter la llave en la cerradura oigo ruidos del interior de la casa. Abro sigilosamente la puerta y...





-Simple Plan-







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